Un jardín encantado en la Reserva Ecológica El Ángel

Leonardo Idrovo

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Datos importantes
Presupuesto:
Más de $100
Tiempo recomendado:
1 día

Un jardín encantado en la Reserva Ecológica El Ángel

La Reserva Ecológica El Ángel es el destino ideal para quienes buscan un plan en pareja. Cuenta con dos bosques que parecen sacados de un cuento de hadas, este es un bello lugar para vivir un momento romántico con esa persona especial.

Mi esposa Pamela y yo estábamos con ganas de vivir una experiencia única, con un destino que nos contagie de su magia y paisajes. Tenemos ya un hijo de 15 años y a veces es difícil salir, así que decidimos regalarnos un momento únicamente para los dos. Ya teníamos la fecha, sólo nos faltaba el lugar. El Ecuador está lleno de lugares increíbles, por lo que nos costó decidir... pero ya saben quién tiene la última palabra, así que terminamos viajando al lugar que ella escogió.

Salimos de Quito muy temprano, nuestro hijo se quedó durmiendo y sólo avanzamos a darle un beso hasta regresar. La noche anterior le cayó de sorpresa cuando le contamos que este viaje lo realizaremos solo los dos. Al inicio, no le gustó la idea, pero luego él mismo ayudo a armar las maletas, por lo que nos quedamos más tranquilos.

Nuestro viaje tendría una duración de aproximadamente 3 horas, pero lo calculamos para 4 horas para poder ir conversando tranquilamente mientras duraba nuestro viaje.

Una vez en camino, y con un poco de música romántica, empezamos a ver el amanecer mientras rodábamos en la carretera. A menos de media hora de Cayambe, a la izquierda de la carretera, íbamos viendo cómo la luna alumbraba aún a la Mama Cotacachi mientras iba aclarando el día. Nos detuvimos por un momento a admirar el bello espectáculo, saqué una foto del paisaje y se la regalé a Pame.

Llevamos en el auto un poco de yogurt y panecillos por lo que aprovechamos la parada para desayunar. Ya con la luz del día avanzamos hasta llegar a la mitad del mundo en Cayambe, tomamos algunas fotos mientras jugueteábamos un poco entre las ruinas del lugar, un par de fotos para el recuerdo y continuamos con nuestro recorrido.

Desde el lugar donde estábamos, aún nos quedaban un par de horas de recorrido, por lo que alzamos el volumen para ir cantando algunas canciones que nos traían recuerdos.

La reserva Ecológica El Ángel está ubicada en la provincia del Carchi, donde al final de nuestro destino nos encontraremos con un bosque milenario lleno de árboles de papel. La travesía desde Quito nos permite pasar por la provincia de Imbabura, donde el majestuoso Taita Manuel Imbabura nos recibió despejado. También es posible observar los sembríos con hermosos colores de nuestros hermanos indígenas.

Cerca de las 8 de la mañana llegamos al Carchi, aunque nos perdimos un poquito para llegar al Ángel: en lugar de tomar el camino hacia la ciudad de Mira, nos fuimos largo unos 15 minutos, hasta que se nos ocurrió pedir direcciones y pudimos dar nuevamente con la vía de acceso, gracias a los pobladores muy amables del sector. Ya en el poblado, nos encontramos algunos monumentos muy simpáticos, además de la iglesia parroquial con una gran cruz que parecía de madera.

Ya terminando el asfalto, nos encontramos con un carretero de segundo orden, eso significaba que ya estábamos cerca de nuestro destino. En el camino íbamos viendo cómo cambiaba la vegetación, y podíamos observar a lo lejos el páramo cubierto de neblina mientras atravesábamos varios charcos grandes de agua, ya que al parecer la carretera se había inundado por las lluvias que siempre hay en el sector.

Seguíamos avanzando y la naturaleza nos regalaba una vista espectacular: un gran bosque lleno de frailejones. Ya estábamos en el páramo y sentíamos la energía de la Pachamama.

Las montañas estaban llenas de estos magníficos árboles que forman una gran zona de amortiguamiento del páramo hasta donde nos alcanzaba nuestra vista. Se podía observar como una especie de colchón verde claro a lo largo y ancho de todo el lugar. Aunque ya hacía más frío a medida que seguíamos subiendo, no podíamos dejar pasar la oportunidad de tomar algunas fotos muy bonitas de este bello paisaje.

Nuestra aventura de 3 horas realmente se convirtió en casi 5 hasta llegar a la entrada del bosque de Polylepis. Aquí se ubica una estancia de lujo llamada Polylepis Lodge, un lugar muy bonito para pasar con la persona que más amas.

Para poder entrar al bosque de Polylepis, existen dos entradas: la primera es por el lado izquierdo a unos 200 metros antes de la entrada donde hay un sendero que no está muy marcado, y el otro ingreso es por el lodge pagando 5 dólares por la entrada.

Como vimos la dificultad del camino, por lo que había llovido, preferimos entrar por el lodge, así que nos estacionamos bien y bajamos a estirar un poco para empezar nuestra travesía dentro del bosque mágico. No podíamos dejar de mirar todo a nuestro alrededor, era un lugar muy bonito y eso que aún no empezábamos a caminar hacia en bosque.

Nos tomamos un par de minutos para estirar y descansar del viaje, comimos un poco de frutos secos como para coger más energías y empezar nuestra caminata.

Era como entrar en el cuento de Narnia: al primer paso ya estábamos dentro de la magia del bosque. Vimos una bella cabaña y a cientos de árboles de papel, con varias capas delgadas laminadas con tonos rojizos que cubría el tronco interior. El viento nos regalaba unos sonidos muy singulares mientras nuestros ojos admiraban tanta maravilla. Caminamos alrededor de 3 kilómetros, cruzando riachuelos y pequeñas lagunas, hasta que llegamos a un lugar amplio donde nos recostamos para mirar el cielo y todo el paisaje que teníamos junto a nosotros. Lo más chévere de este lugar es la paz, el silencio y la emoción de poder disfrutarlo junto a la persona que más se ama.

Después de haber disfrutado del encanto de este paraíso nos empezó a caer un poco de lluvia, que se convirtió en un casi diluvio. Así que, entre risas y corre corre, nos refugiamos un poco entre los arboles escuchando el caer del agua hasta que escampe.

Para finalizar nuestra aventura, nos dijeron que muy cerca se encontraba un complejo lacustre, así que fuimos a seguir conociendo esta gran reserva Ecológica. Llegamos a la Laguna Voladero y subimos hasta un hermoso mirador desde donde podíamos ver todo el amplio páramo lleno de lagunas y mas frailejones, Es inimaginable todo lo que uno puede apreciar y disfrutar en cada rincón del Ecuador.

Ya teníamos un poquito de hambre, así que nuestra aventura había terminado ahí. La pasamos de maravilla, recordando, riendo, platicando y enamorándonos más. Llegamos al auto y nos cambiamos de ropa ya que estábamos empapados, arrancamos de regreso a la ciudad para almorzar y recordar los grandes momentos vividos.

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Experiencia relatada por:
Leonardo Idrovo

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