Un fin de semana distinto en Tena

Javier Medranda

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Datos importantes
Presupuesto:
Más de $100
Tiempo recomendado:
3 días

Un fin de semana distinto en Tena

Viernes 5 am: suena la alarma. Sorprendentemente no es de esas veces que digo ‘’5 minutos más’’, sino que me levanté con todos los ánimos porque ya quería que el viaje comience. Ir a la Amazonía ha estado en mi bucket list desde hace mucho tiempo y creo que la incertidumbre de no saber cómo empezar a planificarlo me tuvo aplazándolo bastante. Pero bueno, si tienes el mismo problema, aquí te traigo algunos tips para que tu viaje sea igual de increíble.

Jorge, Brenda, Julio y yo salimos desde Quito. Primera parada, la Primax de la 6 de diciembre para tanquear el carro y nuestros estómagos ;). Aquí comenzó nuestro recorrido de 3h45 hacía Tena, provincia de Napo. Nuestro primer obstáculo no tardó mucho en aparecer. El día anterior habían cerrado por precaución un puente de la vía, y para nuestra mala suerte el plan B de ruta demoraba 2 horas más. Sin pensarlo mucho, elegimos un buen playlist y nos pusimos en marcha.

Después de 5h20, innumerables géneros musicales y notas muy (des) afinadas, llegamos al Hotel Selina. Aunque sabíamos que a las 3PM nos entregaban las habitaciones, pudimos hacer el check-in y guardar nuestras maletas en una bodega. El hotel nos recibió con un coctel de bienvenida en el restaurante. Me parecieron muy amigables los precios del menú de Selina: los platos fuertes estaban entre $10-$12 y los desayunos entre $4-$8. Estos eran muy bien proporcionados y ricos. En esta ocasión me aventuré a probar el curry amazónico…¡Rico!

Al terminar de comer, emprendimos nuestra primera aventura: las Cavernas de Jumandy. Desde el hotel, nos demoramos unos 15 minutos (En estos casos Google Maps es tu mejor amigo). Al llegar nos dimos cuenta que, aparte de las cavernas, tienen un complejo turístico con piscina y toboganes donde las familias suelen pasar su día. La entrada al complejo cuesta $2 pero si te sientes aventurero puedes pagar $3 más para hacer el recorrido de las cavernas.

De aquí en adelante tienen que prestar mucha atención, porque no nos dejaron entrar a las cavernas con cámaras ni celular y de este recorrido no hay nada documentado. El trayecto por las cavernas dura aproximadamente 45 minutos, pero no te preocupes, es con guía y resulta imposible perderse. En la entrada te explican las normas de seguridad y te dan una linterna para ponerte en la cabeza. Te vas a mojar, así que te recomiendo que vayas con traje de baño y unos zapatos que no se resbalen.

Al principio, el agua te puede llegar hasta la cintura y vas a poder observar animales como murciélagos y arañas...¿miedo? No te preocupes, son indefensos. Avanzando un poco más, entendí por qué no podíamos llevar cámaras ni celulares. Nos encontramos con un tramo de pocos metros donde tendrás que usar tus dos manos y aún así es muy probable que te mojes hasta el cuello. Igual tendrás al guía pendiente de ti en cada momento. Al llegar a la mitad del recorrido, entre las formaciones rocosas (estalactitas y estalagmitas), el guía nos reunió para contarnos la historia de “Jumandy” que significa “hombre sabio”. Él fue un cacique reconocido por la resistencia en la conquista española y por eso las cavernas toman su nombre. (Este es un breve resumen, porque si les cuento la historia completa ¿cuál es el chiste?). En fin, en el último tramo de las cavernas nos encontramos con 4 hoyos de diferentes profundidades: unos más hondos, otros muy cortos, en donde puedes sumergirte y sacar todas esas malas energías que llevas encima… y como uno es adefecioso, no me tuvieron que decir dos veces.

Casi a la salida de la caverna, el guía nos enseñó la entrada a una de las ramificaciones más largas, que toma como mínimo 7 horas de recorrer, aún con ayuda de alguien que sepa el camino.  Ahí es donde están la mayoría de murciélagos que salen de la cueva, pasadas las 6PM para buscar alimento…(No sé si hubiese querido estar en el recorrido a esa hora). Una vez fuera de las cavernas puedes disfrutar del complejo y divertirte un rato en la piscina.

De regreso decidimos ir a puerto Misahualli, un pueblo que está a 11 minutos del hotel. Al llegar se siente un ambiente tranquilo con poca gente y el olor de la comida recorre las calles. “El Bijao Restaurant” es el que nos convenció de entrada por su look, además, las personas que atendían fueron muy amables, lo recomiendo 100%.

Desde que estábamos yendo al pueblo a comer, sabíamos que cierto momento iba a llegar. Nos acercarnos para ver qué estaban cocinando y vimos un bowl con gusanos moviéndose. Sin pensarlo pedimos un pincho de chontacuro que costaba $2 e incluía 4 gusanos. Era perfecto, uno para cada uno. La señora, como toda una experta, cogió un palo de chuzo y fue pinchándolos individualmente.  Después de eso les puso sal, cogió una tijera y los fue cortando por la mitad para que la “grasita” del gusano salga. Si. yo sé, se escucha asqueroso, pero una vez que los ves en la parrilla cogiendo un color de pollo asado se te pasa un poco.

Pensando en la foto (El adefecio me ganó otra vez) fui el primero en probarlos (gracias al cielo no soy tan asquiento). Creo que lo más difícil al momento de tener al chontacuro en la boca es morderlo por primera vez, porque no sabes cómo se va a sentir. Pero, ¡tranquilos!, la textura es normal, no te encuentras con nada desagradable y sabe a pollo tostado o chicharrón. Quizás hasta percibas el sabor de choclo con mantequilla que sintió Jorge (fue el único). No te voy a mentir, sí hubo una parte rara y fue como sentir cuando masticas la cabeza (Algunas personas no lo hacen) pero esa sensación se ve opacada por el sabor que es muuuuy bueno. Después de esto cogimos el carro y regresamos al hotel, era hora de comer algo un poco más cotidiano.

Llegamos a Selina en la noche y recogimos nuestras maletas de la bodega para que nos lleven a la habitación. Hay varias opciones en cuanto a habitaciones, que se adaptan al precio que busques. Mi habitación por ejemplo, costaba $40 la noche. Aquí les contaré el único punto negativo del Selina, y digo negativo porque no nos lo habían comunicado y nos hizo pasar un pequeño mal rato. Nuestra cabaña tenía 3 cuartos, un baño compartido y un balcón. Al llegar a descansar luego de un día cansado, mojados y sudados, nos enteramos que la habitación que habíamos escogido no tenía luz. Sí, leyeron bien… el único foco que había en la cabaña estaba en un pedestal para iluminar el pasillo afuera de las habitaciones, y esa misma lámpara ocupaba 1 de los dos únicos enchufes que habían para compartir con los otros dos cuartos y ya estaba ocupado. Para nuestra suerte, Jorge había llevado una regleta que nos permitió conectar nuestros equipos electrónicos y baterías de las cámaras.

Un baño de agua fría borró todo rastro de calor que podríamos haber sentido en la noche.

Regresamos al restaurante de Selina para comer algo y decidir qué haríamos al día siguiente. Por suerte el hotel cuenta con algunos tours, unos cortos, otros más largos, unos de día, unos de noche, etc. Viendo nuestras opciones escogimos un tour de 4 horas que costaba $35 por persona y constaba de un paseo por el río, un trekking de 40 minutos hasta la cascada de Latas y el retorno al Selina en Tubbing, ¿divertido no?

Al día siguiente nos levantamos bien temprano para desayunar antes de irnos, el tour comenzaba a las 9. Me pedí un majado de verde con huevo, café y para compartir una porción de pancakes. Todo muy rico y como dije antes, muy buenos precios. Nos reunimos en el lobby del hotel y nuestro guía Alexis nos dio un par de recomendaciones de seguridad mientras nos explicaba un poco lo que íbamos a hacer.

Caminamos hasta la orilla del río en donde nos esperaba un bote para llevarnos, así comenzó esta aventura de media mañana. Nos aventuramos río arriba paseando por el río Napo. Después de unos 10 minutos, llegamos a otra orilla, nos bajamos y después de subir una pequeña colina nos encontramos con la entrada al sendero que conduce a la Cascada de Latas. En la Amazonía llueve por ratos, así que es muy probable que al hacer alguna de estas actividades te encuentres con senderos con lodo en los que hay que ir con mucho cuidado de no resbalar. Al entrar te dan un bastón de bambú que ayudará a ver por donde pisar y por donde no. El camino no fue tan complicado: íbamos rodeados de la naturaleza con el sonido del agua bajando por las rocas y después de 40 minutos, llegamos a la cascada.

Después de todo el esfuerzo no dudes dos veces en lanzarte a la cascada y relajarte un poco en el agua fría, ideal contra el calor. Ten mucho cuidado con querer realizar un clavado, porque no es tan hondo y hay rocas en el fondo… pero esas mismas rocas son las que te ayudan a poder pararte bajo la cascada y sentir el chorro de agua caer sobre ti. Luego de aquel momento de tranquilidad, era hora de regresar y hacer todo el trekking de vuelta al río donde nos esperaban unas boyas grandes para que vayamos por nuestra cuenta río abajo hasta Selina.

Justo estuvimos de regreso para el almuerzo, que lo habíamos reservado para probar el famoso Maito de Tilapia que venden en toda la Amazonía. Maito se le llama al conjunto de hojas de bijao que envuelven a la tilapia y se la cocina en la parrilla. El sabor que el pescado tiene por cocinarse envuelto en la hoja es riquísimo y les recomiendo que lo prueben, viene acompañado con yuca (Otro ingrediente que usan mucho por acá) y encurtido de cebolla. Fuimos al mismo restaurante donde probamos los chontacuros. Te dan una jarra de Guayusa por mesa para que acompañes tu comida.

Una vez con la barriga llena, seguimos con nuestra aventura. Caminando hasta la “Playa” nos encontramos con unas mujeres de la comunidad Huaorani sentadas en la vereda. Vendían artesanías hechas por ellas que iban desde $1 (pulseras, collares) hasta $10 (Carteras, sombreros), además, por $1 más podías tomarte una foto con ellas. Jorge y Brenda compraron un par de cosas de recuerdo y yo aproveché a tomarles fotos.

Cuando llegamos a la playa, vimos a la gente observando los árboles. Al alzar la mirada, nos dimos cuenta que estaban repletos de monos, saltando de una rama a otra, jugando con las personas, e incluso bajaban a cogerse lo primero que veían, (tienes que tener tus pertenencias bajo vigilancia, ya que nos dijeron que son algo curiosos). Nos comentaron que los monos a veces se trepaban encima tuyo, pero tienes que darles comida. ¡No se diga más! Compramos unos gusanos parecidos a los chontacuros para esperar que vengan y salten a nuestros hombros para recibir su comida. Fue una experiencia divertida y lo mejor es que los animales se divierten contigo, bajan sin miedo, saltan, etc.

Si no sabes qué hacer, o no tienes algún tour organizado, en el parque del pueblo hay muchas personas que te pueden ayudar con tours a las diferentes actividades que hay alrededor. (Les recomiendo que le pregunten a unos 3 o 4 para comparar precios, aunque todos nos dijeron el mismo precio para el que queríamos contratar).

Para pasar la tarde, decidimos visitar una comunidad cercana llamada “Shiripuno”: una comunidad donde la mujeres son las que se encargan del impulso del turismo y su economía. El servicio consistía en llevarnos a la comunidad en lancha, esperarnos y traernos de regreso. El grupo salía en $30, es decir, mientras más personas es más barato.

El sol estaba cayendo, así que le pedimos de favor al señor de la lancha que nos dé un paseo por el río antes de llevarnos a la comuna. Al llegar a la comuna estábamos un poco desconcertados, no sabíamos qué hacer hasta que un cartel con la palabra “ENTRADA” nos enseñó el camino. Nos sentamos a escuchar una explicación de cómo elaboran la guayusa y la chicha, seguida por su degustación. Finalizaron con un poco de música y danza típica. Esto tuvo un valor de $3 por persona y como buenos Guayacos, de yapa pedimos que nos pinten la cara como ellos tenían.

Al salir podías visitar un pequeño zoológico, pero me llamó más la atención (por pura curiosidad) que por $3 más podías ir donde el shamán de la comuna para que te haga una limpieza.  Al entrar estaba un poco nervioso porque no sabía qué esperar, me senté y me comenzó a hablar en Kichwa mientras pasaba un conjunto de hojas desde mi cabeza hasta los pies y expulsaba el humo de su cigarro hacia mi cabeza. Después de varios minutos haciendo lo mismo variando la rapidez, palabras y sectores del cuerpo,  tomó fuerte mi cabeza, se pegó a ella y expulsó el humo mientras decía otras frases. Al acabar se vuelve a sentar en su silla sin decir nada, creo que es parte del misterio.


Por último, en esta comunidad puedes visitar un lugar en donde venden artesanías, souvenirs y algunas mezclas medicinales que ellos mismo elaboran y embotellan. Las mismas personas de la lancha nos esperaban en el “muelle” para el retorno a Puerto Misahualli. Cuando llegamos, encontramos un olor conocido que nos hipnotizó hasta llevarnos frente a la carreta de donde provenía: maduro con queso. Sin pensarlo mucho pedimos un par, ya que sabíamos que con eso íbamos a ir felices hacia el hotel.

Llegamos en la noche, pero eso no nos impidió de meternos a la piscina y relajarnos un rato. Puedes pedir que te lleven alguna bebida a la piscina y conversar con tu grupo de amigos. Cabe recalcar que Selina tenía actividades gratuitas en las noches para sus huéspedes: en esta ocasión era una noche de trivias en donde podíamos ganar estadías en cualquier Selina del Ecuador. Desafortunadamente no fuimos ni los más rápidos ni cultos, pero fue una noche muy divertida sin duda.


En nuestro último medio día en Selina, decidimos disfrutar de la naturaleza que nos brindaba el hotel, jugar un poco de billar y hacernos tatuajes… sí, ¡TATUAJES! Selina tenía de visita a @Mademoisellepoketattoos y estaba haciendo “Flash Tattoos” con la técnica Hand Poke a $20. Brenda y Jorge aprovecharon y se tatuaron con una vista privilegiada del río Napo. Después de esto llegó la hora de partir y de dejar este pequeño pedazo de paraíso en la selva para regresar a la ciudad de Quito. Gracias a quienes arreglaron el puente, el regreso se nos hizo mucho más rápido.

Sin duda, la Amazonía tiene un sin número de lugares y esto es solo una pequeña parte. Pero si quieren salir de la rutina, definitivamente no descarten esta opción que causa una mezcla de adrenalina y relax que te hará salir de tu zona de confort (De una buena forma). ¡Nos vemos!

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Presupuesto:
Más de $100
Tiempo recomendado:
3 días
Experiencia relatada por:
Javier Medranda

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