Recorrido al Complejo Arqueológico Ingapirca.

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Datos importantes
Presupuesto:
Medio ($101 - $250)
Tiempo recomendado:
2 días

Recorrido al Complejo Arqueológico Ingapirca.

Septiembre, 2023

Tips útiles:

  • Llevar gafas, gorra o sombrero.
  • Llevar protector solar para labios y piel.
  • Cargar snacks y un termo con agua.

Escogimos un día entre semana –jueves precisamente– para tratar de apreciar el lugar con la menor cantidad de gente posible, ya que es una atracción turística muy visitada, tanto por nacionales como por extranjeros. Primero nos dirigimos, temprano por la mañana, a la Terminal Terrestre de Cuenca. Les recomendamos viajar en la Cooperativa de Transporte Cañar (local # 4), ya que tienen un bus que va directo hasta las Ruinas de Ingapirca a las 09:00 Am.

El precio del pasaje es $4,10. Pueden comprar ahí mismo en las oficinas el boleto de retorno. A la 01:30 Pm el mismo bus regresa directo hasta Cuenca, aunque nosotros no lo compramos porque sabíamos que permaneceríamos más tiempo recorriendo las ruinas, y así sucedió. Quedamos deslumbrados desde el primer minuto, no por nada Cañar tiene el lema de: Capital Arqueológica y Cultural del Ecuador.

Si van en auto propio, les tomará cerca de hora y media; en cambio en bus, se tardarán más de dos horas (hace paradas en Biblián y Azogues). Apenas llegamos, fuimos a la boletería para adquirir las entradas al Complejo Arqueológico. El costo es de $2,00 por persona e incluye el servicio de guianza, tanto en español como en inglés.

Es un guía por grupo, los cuales –por lo general– se arman rápidamente. En menos de 10 minutos ya estábamos todos los integrantes listos para iniciar con el recorrido guiado (ya habíamos pasado por los baños que se hallan dentro de la boletería). Aquel día vimos un letrero pegado en la puerta que decía que sólo atendían de miércoles a domingo, de 08:30 Am a 04:00 Pm.

Nuestro guía comenzó diciéndonos que Ingapirca significa muro o pared del Inca en Kichwa, y que fue considerado como un importante centro religioso, político, científico y administrativo de las culturas Cañari e Inca. Los Cañari ocuparon este lugar hace 1000 años; y los Incas, hace 500.

Con sólo dar los primeros pasos por el sendero del complejo arqueológico, nos sorprendimos con el laberinto que forman las paredes de piedra hasta llegar al Templo del Sol, que alcanzamos a visualizar a la distancia. Desde el comienzo, todos ansiábamos con llegar allá lo antes posible, pero a medida que el guía iba explicando cada particularidad del sitio, y de su historia, nos interesábamos por escucharlo y caminar de forma pausada; el templo esperaría por nosotros (más adelante lo contemplaríamos de cerca).

A pesar de que Ingapirca se encuentra a más de 3,100 msnm, por ratos nos quitamos el abrigo hasta que vuelve a golpear el viento. Les recomendamos llevar gorra o sombrero para protegerse de los rayos del sol, sobre todo por la tarde. Lo primero que nos llamó la atención fueron las denominadas Collcas, unas especies de pozos donde almacenaban alimentos como granos y tubérculos. 

Pasamos junto a una réplica de las casas que se construyeron aquí hace cientos de años, y luego llegamos a contemplar de cerca un monolito –o monumento funerario– llamado Huanca, donde hallaron una tumba colectiva en la parte de abajo; se cree que esta área fue considerada como un centro social y ceremonial, en especial por el suceso que se da cada 21 de junio, cuando se celebra el Inti Raymi.

Da la casualidad (o quizás la colocación puntual del monolito, en medio de este espacio circular llamado Pilaloma) de que en esa fecha, la luz del sol atraviesa en línea recta un pequeño sendero y llega a iluminar directamente este monumento funerario. 

Continuamos recorriendo el complejo arqueológico junto a nuestro guía, quien nos mostraba los espacios que se utilizaban como talleres artesanales de cerámica, la preparación de alimentos en morteros y de bebidas ceremoniales como la famosa chicha; si aún no la han probado, no sabemos qué están esperando –les encantará el sabor–.

Otro hecho que nos asombró en Ingapirca, fue que pudimos ver un segmento del Camino del Inca –más conocido como Qhapaq Ñan–, se trata de un sendero empedrado que se utilizó durante el imperio Inca, y gran parte de él se encuentra habilitado actualmente. Posee 40 km y puede llevar entre 2 a 3 días en completarlo. Lo maravilloso es que se atraviesan sitios de naturaleza y paisajes montañosos.

Cuando visiten Ingapirca, fíjense en las piedras talladas con que se construyeron las paredes de las edificaciones, la forma en que están cortadas y pulidas, siguen sorprendiendo hasta el día de hoy; los Cañaris e Incas contaban con una gran ingeniería y conocimiento. Utilizaron diversas técnicas –como el calentamiento y enfriamiento de los bloques– con las herramientas que contaban en esa época, como cinceles de piedra y mazos de madera.

Después de pasar por las Acllahuasi –que en Kichwa significa Casa de las Escogidas–, unos espacios donde vivían las mujeres dedicadas al servicio del templo y sus ocupantes (como bordar y preparar el alimento), llegó el momento que tanto anhelábamos: pararnos frente al Templo del Sol, llamado también Elipse.

Aunque no pudimos acceder debido a que lo estaban restaurando, nos contentamos con observar a pocos metros de distancia. Es el único templo, de todo el imperio Inca, con esta forma ovalada. Mide alrededor de 37 m de largo, por 12 m de ancho y su altura varía entre 3 a 4 m. Por cualquier lado que se lo mire, no deja de sorprender.

Se estima que fue construido por Huayna Cápac (el último gobernante Inca) en el año 1500, y lo utilizaron como un observatorio estelar que servía para determinar las fechas de inicio y culminación del año agrícola, así como los solsticios y equinoccios. También lo usaban para adorar al sol cuando nacía y cuando se ocultaba.

Y ¿Cómo terminó este sitio arqueológico abandonado? Se cree que la ocupación de los Incas sólo duró 30 años aquí –primero estuvieron los Cañaris–, luego de la guerra entre los hermanos Atahualpa y Huáscar, junto con la llegada de los conquistadores y la muerte de Atahualpa en 1533, Ingapirca desapareció del mapa por largos años hasta que se iniciaron las intervenciones de limpieza y conservación de estos vestigios precolombinos.

Al finalizar el recorrido guiado, el cual dura una hora aproximadamente, les recomendamos encaminarse hacia un pequeño sendero que les tomará alrededor de 45 minutos. Se llama Sendero del Intihuayco –o Quebrada del Sol– y durante la caminata observarán de cerca algunas formaciones rocosas muy llamativas, siendo la Cara del Inca –en la pared del cerro– la vista estelar al final.

Y ¿Cómo terminó este sitio arqueológico abandonado? Se cree que la ocupación de los Incas sólo duró 30 años aquí –primero estuvieron los Cañaris–, luego de la guerra entre los hermanos Atahualpa y Huáscar, junto con la llegada de los conquistadores y la muerte de Atahualpa en 1533, Ingapirca desapareció del mapa por largos años hasta que se iniciaron las intervenciones de limpieza y conservación de estos vestigios precolombinos.

Al finalizar el recorrido guiado, el cual dura una hora aproximadamente, les recomendamos encaminarse hacia un pequeño sendero que les tomará alrededor de 45 minutos. Se llama Sendero del Intihuayco –o Quebrada del Sol– y durante la caminata observarán de cerca algunas formaciones rocosas muy llamativas, siendo la Cara del Inca –en la pared del cerro– la vista estelar al final.

La caminata es sencilla, corta y de dificultad baja. La pueden realizar por cuenta propia, como lo hicimos nosotros, ascendiendo primero por unas escaleras hasta quedar de pie sobre unas formaciones peculiares de roca natural llamada Ingachungana –o Juego del Inca–. Se cree que era un sitio destinado a los rituales, y no lo dudamos, con tan sólo pararnos al borde, obtuvimos una gran vista de las montañas.

Continuamos avanzando bajo grandes árboles por un camino de tierra. La primera gran  roca tallada que se nos presentó por delante fue La Tortuga. Seguida por el Intiñahui –o Cara del Sol–, la cual se trataba de un elemento arqueológico natural: a simple vista, un pequeño círculo con borde rojizo en una roca lisa que no dejaba de ser admirable. 

El camino seguía en medio de un paisaje verdoso y natural hasta que llegamos a tener de frente a la famosa Cara del Inca, más conocida como Ingañahui. Notarán con facilidad el rostro de una persona en la pared rocosa. Este fue el último punto del sendero: al finalizar la caminata, pasamos junto a varias viviendas típicas de la zona antes de volver a la entrada del Complejo Arqueológico.

Un dato importante: Si disponen de poco tiempo, pueden ir directo hacia la Cara del Inca –por el sentido contrario del sendero–, les tomará cerca de 15 minutos llegar hasta ahí.

A las 2:30 Pm nos dirigimos al restaurante Don Santiago, ubicado a pocos pasos del ingreso a las Ruinas de Ingapirca. Habíamos caminado tanto que ya era hora de recargar energías. Pedí un almuerzo por $3,50 y Andrea optó por un plato a la carta, le sirvieron una trucha por $8,50. La decoración, el sabor y la atención del lugar nos gustó; si desean pasar la noche cerca del complejo, aquí pueden hacerlo (también funciona como hospedaje), la habitación tiene un valor de $32,00 por pareja.

Recuerden que a la 01:30 Pm parte el único bus directo que va hasta la terminal terrestre de Cuenca, los tickets los compran en la boletería de Ingapirca. Si no alcanzaron a tomarlo, la otra opción es subirse en uno que se dirija a Cañar y, posteriormente, otro hasta Cuenca. Así lo hicimos nosotros, por lo que les adelantamos que se tardarán poco más de dos horas, aunque vale la pena permanecer más tiempo dentro y en los alrededores del Sitio Arqueológico.

Cuando llegamos a Cuenca, ya había atardecido, por lo que decidimos pasar la noche allí y buscar un hospedaje en el Centro Histórico, cerca de la Calle Larga. Fue así como dimos con el Hostal La Cigale, donde por $32,00, recibimos una habitación privada con desayuno incluido. El alojamiento era acogedor y también funcionaba como bar/restaurante.

Para finalizar con broche de oro el paseo, fuimos a cenar a uno de los restaurantes más exquisitos de la ciudad: El Mercado, ubicado sobre la misma Calle Larga. Se caracteriza por su cocina rústica y sus deliciosos platos gourmet, en los cuales utilizan productos de temporada e ingredientes naturales y orgánicos.

Debido a que llegamos sin reservación, no pudimos conseguir una mesa en el patio trasero, desde donde se aprecia una gran vista hacia el río Tomebamba. Sin embargo, disfrutamos del sabor distinguido de sus platos… sentarse aquí es toda una experiencia gastronómica. Andrea ordenó una fritada de cerdo que tenía un valor de $22,80, y yo una panceta de cerdo crocante por $20,80.

Cerramos la noche con un postre en la Casa de Experiencia Paccari, a la cual llegamos caminando. Poseen varios dulces sin gluten y sus helados son sin lactosa, con sabores peculiares (como arazá y mucílago) servidos sobre un cono de chocolate por $1,75. Aprovechamos para llevarnos a casa varias barras de chocolate que venden en su tienda –de sabores nuevos que acababan de lanzar–.

Así retornamos a Guayaquil, con dulces y contentos de haber conocido y aprendido más sobre la historia de las culturas precolombinas que habitaron en los territorios de nuestro país; y con el recuerdo de que, al caminar entre sus monumentos arqueológicos, junto a sus paredes de piedra tallada, se sentía una energía incuestionable en el aire… pueden ir ustedes mismos a Ingapirca y comprobarlo.

Datos importantes
Presupuesto:
Medio ($101 - $250)
Tiempo recomendado:
2 días
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