Adrian Burgos
Leer la experiencia
Información importante para el viaje
Antes de salir del aeropuerto de Guayaquil, es obligatorio pagar la Tarjeta de Control de Tránsito (TCT), que cuesta $20 por persona, incluidos los niños. Al llegar a Galápagos, también se debe pagar la tasa de ingreso al parque nacional: $30 por adulto y $15 por niño, un aporte fundamental para la conservación de este ecosistema único.Desde el aeropuerto, hay que tomar un bus hacia el Canal de Itabaca por $2.50 por persona. Allí se toma un ferry que cuesta $1 por persona. Nos recomendaron comprar el ticket de regreso para evitar filas largas, y lo hicimos. Una vez cruzado el canal, puedes optar por un bus o un taxi para llegar a tu destino. Elegimos un taxi previamente reservado, que nos costó $25. El trayecto al centro toma aproximadamente 45 minutos.Un detalle interesante de Galápagos es que nunca se va la luz, lo que hace más cómodas las actividades nocturnas. Además, la calidez y amabilidad de la gente hicieron que nuestra experiencia fuera aún más especial.
Alojamiento y movilidad
Galápagos ofrece una amplia variedad de Airbnb, desde alojamientos en el malecón hasta opciones más alejadas y tranquilas. Alojarse en el malecón es conveniente por su cercanía a restaurantes, tiendas y puntos turísticos, aunque puede ser ruidoso. En nuestro caso, optamos por un Airbnb a 10 minutos caminando del malecón, una distancia ideal para disfrutar de tranquilidad y privacidad.Si prefieres evitar largas caminatas o estás cansado después de un día lleno de aventuras, los taxis son una opción excelente y accesible, con una tarifa mínima de $2. Es importante leer las reseñas antes de reservar, ya que ofrecen una perspectiva clara para elegir el alojamiento que mejor se adapte a tus necesidades.
Hacer este viaje con mi hija fue como redescubrir el mundo a través de sus ojos. Desde el primer momento, Santa Cruz nos ofreció una experiencia única: un verdadero zoológico abierto donde la naturaleza y la vida silvestre se integran con la vida cotidiana. Nos hospedamos en el barrio del Edén, en un acogedor Airbnb, y mi hija quedó maravillada con la cercanía de la fauna y la calidez de la gente.
El malecón de Puerto Ayora: Exploración y descubrimientos
Caminar por el malecón de Santa Cruz fue como abrir un libro lleno de sorpresas. Está repleto de tiendas de recuerdos, joyas y arte, y cada rincón guarda una experiencia única. A menudo, los grupos de turistas mirando fijamente al suelo o hacia un rincón eran la señal de que algo emocionante estaba ocurriendo.
Durante nuestro primer paseo, vimos iguanas tomando el sol y un lobo marino profundamente dormido, como si posara para las fotos. En el muelle, descubrimos tiburones bebés nadando cerca de la superficie, peces brillantes y una mantarraya que parecía flotar con gracia. Mi hija, cámara en mano, no dejó de capturar cada momento con entusiasmo.
Una feria inesperada y recuerdos especiales
Ese día coincidimos con una feria que llenaba el malecón de vida y color. Mi hija quedó fascinada con los peluches de tortugas, piqueros de patas azules, mantarrayas y lobos marinos. Terminamos comprándole un peluche y una blusa de la marca Garúa, con un diseño de piquero de patas azules, que rápidamente se convirtió en su favorita.
Un dulce final: Helados en Gelato Bar
Para cerrar el día, visitamos Gelato Bar, una heladería imperdible en Puerto Ayora. Sus sabores son excepcionales: mi hija eligió chocolate y yo disfruté un refrescante sorbete de mango. Fue el broche de oro perfecto para una jornada inolvidable.
Un paseo que deja huella
El malecón de Puerto Ayora no es solo un lugar para caminar; es un espacio donde la naturaleza, la cultura y la calidez de la gente se combinan en una experiencia única. Ver a mi hija maravillarse con cada rincón fue un recordatorio de lo especial que es este lugar.
Si visitas Galápagos con niños, el malecón es una parada obligatoria. Desde sus sorpresas naturales hasta sus encantadores locales, invita a explorar, aprender y compartir momentos inolvidables.
Uno de los momentos más emocionantes de nuestro viaje fue la visita a Tortuga Bay.
Para llegar a este paraíso, tienes dos opciones: caminar o tomar una lancha. La caminata es de 2.5 kilómetros y dura entre 30 y 40 minutos, dependiendo de tu ritmo. Durante el trayecto, puedes apreciar la flora y fauna local mientras atraviesas un bosque de cactus y vegetación endémica, una experiencia que te sumerge por completo en el entorno único de Galápagos. Nosotros optamos por la lancha, que cuesta $10 por adulto y $5 por niño, ida y vuelta. El trayecto en lancha dura entre 15 y 20 minutos y añade una dosis de aventura diferente.
Compramos los boletos directamente en el muelle de Santa Cruz, sin hacer reservas. Queríamos que todo fuera espontáneo, lo cual es ideal cuando viajas con niños, ya que los planes pueden cambiar según su estado de ánimo.
El viaje en lancha: un mar de emociones
El trayecto de ida fue intenso. Mientras los pasajeros que regresaban nos advertían que el mar estaba movido, me sentí algo nervioso, ya que era la primera vez que mi hija y yo tomábamos una lancha en Galápagos. Aunque ya había tenido experiencias similares en San Cristóbal e Isabela, sabía lo intimidante que puede ser el mar abierto en una embarcación pequeña. Sin embargo, mi hija lo tomó con valentía e incluso disfrutó de los saltos de la lancha. Su risa me ayudó a relajarme y a disfrutar más del momento.
La llegada a Tortuga Bay
Al llegar, nos recibió un paisaje impresionante: arena blanca y fina, aguas cristalinas, y las icónicas iguanas marinas negras (Amblyrhynchus cristatus) caminando tranquilamente por la playa. Encontramos un espacio perfecto para instalarnos y colgar nuestras mochilas en los colgadores de madera disponibles en la playa. También había troncos estratégicamente colocados, ideales para sentarse y relajarse mientras disfrutábamos del entorno.
El clima estaba algo inestable: empezó a garuar, luego salió el sol y, por momentos, parecía que se avecinaba una tormenta. Pero al final, tuvimos un día perfecto para explorar. En mi mochila llevé todo lo necesario para un picnic improvisado: pan, atún, mayonesa, chocolates, agua, Gatorade y agua de coco. Nos aseguramos de recoger toda nuestra basura antes de irnos; es muy importante no dejar desechos en estos lugares. Si ves basura dejada por otros turistas, recogerla también hace una gran diferencia. Galápagos es un lugar único en el mundo, y depende de nosotros cuidarlo para que pueda ser disfrutado por las futuras generaciones.
Caminamos hacia Playa Mansa, un lugar ideal para niños gracias a sus aguas calmadas, que parecen una piscina natural. Alquilamos un kayak por $10 la hora, y aunque remamos la mayor parte del tiempo, la corriente era tan suave que no resultó agotador. Durante nuestra exploración, tuvimos la suerte de encontrarnos con un cardumen de tiburones de punta blanca relajados. Fue impresionante verlos en su hábitat natural. Es importante no molestarlos y respetar su espacio, ya que esto permite que tanto los turistas como nosotros podamos seguir disfrutándolos en futuras visitas.
La emoción de mi hija al verlos tan cerca fue inolvidable. Después de remar, ya en la orilla, encontramos una pequeña mantarraya nadando cerca de la playa. Fue un último regalo de la naturaleza antes de despedirnos de este lugar mágico.
A las 4:30 de la tarde tomamos la lancha de regreso. Esta vez, el mar estaba mucho más tranquilo, lo que nos permitió disfrutar de un trayecto relajado. Mientras caminábamos hacia la lancha, nos encontramos con un piquero patas azules, el ave que mi hija tanto quería ver. Fue hermoso observarlo tan de cerca y, al ver la emoción en su rostro, el momento se volvió aún más especial.
Al regreso, mi hija quiso sentarse al fondo, cerca de los motores, donde suele salpicar un poco, pero también donde se tiene la mejor vista del mar. Durante el trayecto, logramos ver algunos animales marinos saltando en el horizonte, lo que hizo que la experiencia fuera aún más mágica.
Llegar a The Point es una experiencia que comienza desde el primer momento. Para llegar, tomamos una pequeña lancha desde el muelle, con un costo de $1 por persona. El trayecto por el agua ya es encantador, con el reflejo de las luces en el mar. Desde la distancia, el deck iluminado del restaurante nos atrapó por completo; su diseño cálido y elegante creaba un ambiente íntimo y envolvente, perfecto para disfrutar de una velada inolvidable.
Es importante hacer una reservación previa por WhatsApp. Nosotros conseguimos una tarjeta de descuento en Midori y, al revisar su cuenta de Instagram, no pudimos resistirnos a ir.
Había visitado este lugar hace años, cuando se llamaba Angermeyer Point, pero esta vez, con Zoe, todo se sintió diferente. Con ella, cada salida es una oportunidad para explorar, y este restaurante nos invitó a hacerlo.
Al llegar, elegimos una mesa frente al mar, desde donde pudimos ver tiburones y mantarrayas nadando a nuestro alrededor. La combinación de las luces cálidas, la madera del restaurante y el sonido del mar creaba un ambiente mágico. Durante la cena, recorrimos el restaurante y descubrimos cada rincón, cada uno con un encanto especial. No queríamos irnos, pero ya eran las 11:55 pm y debíamos partir.
Después de pagar la cuenta, el personal amablemente pidió una lancha para llevarnos de vuelta. La atención fue excelente, y la comida, inolvidable.
Esa noche, decidimos probar diferentes opciones del menú.
The Point es más que un restaurante: es un lugar para vivir una experiencia. Desde el viaje en lancha hasta el ambiente mágico y la comida impecable, todo invita a quedarse. Sin duda, volveremos para seguir explorando todo lo que tiene para ofrecer.
Ubicado en la emblemática Estación Científica Charles Darwin, este centro, fundado en 1964, es un homenaje a la educación, la historia natural y la conservación en las fascinantes Islas Galápagos. Aquí, ciencia, naturaleza y aprendizaje se fusionan en una experiencia inolvidable para grandes y chicos.
Decidimos empezar nuestro recorrido a las 11:11, un horario perfecto para explorar con calma. Contratamos un guía por $10 por persona, una inversión que valió la pena desde el primer momento. El paseo comenzó con la Ruta de la Tortuga, un sendero rodeado de majestuosos cactus gigantes y árboles que parecían susurrar historias de evolución. Fue inspirador escuchar cómo Charles Darwin desarrolló su teoría de la evolución en este lugar único.
Aprendimos que "Galápago" significa "silla de montar", un nombre que refleja la forma característica de los caparazones de las tortugas gigantes. Descubrimos también que cada tortuga está identificada individualmente por los científicos, un detalle crucial para su conservación. Sin duda, uno de los momentos más conmovedores fue estar frente a la figura de Solitario George, junto a una frase que rezaba: “Símbolo de la esperanza”. Este instante nos recordó la importancia de proteger este ecosistema único.
El recorrido continuó en una sala que recrea el lugar de trabajo de Darwin, un espacio lleno de objetos que evocan su legado. Luego, llegamos a un cuarto donde se exhiben esqueletos de delfines, piqueros patas azules y lobos marinos, además de colecciones de insectos y especímenes que muestran la riqueza de la fauna local. Fue emocionante ver cómo la investigación científica y la naturaleza se unen para contar la historia de las islas.
Otro punto destacado fue una sala con un video educativo sobre conservación, exposiciones fotográficas y un esqueleto de cetáceo en perfecto estado. Zoe estaba fascinada, y yo no podía dejar de disfrutar verla absorber cada detalle como si formara parte de una gran aventura.
Lección crucial: cuidado con el árbol manzanillo
Entre las valiosas lecciones que aprendimos, una destacó por su importancia: el árbol manzanillo, una especie nativa que no debe tocarse ni consumirse. Su látex es altamente irritante y su fruto, venenoso. Esta advertencia reforzó nuestro respeto por la naturaleza.
Un lugar para aprender y admirar
El Centro de Interpretación Charles Darwin es un destino ideal para familias. Su enfoque interactivo permite descubrir desde la biodiversidad de las islas hasta los proyectos que las protegen. Aquí no solo se aprende, sino que se vive la conservación en su forma más auténtica.
Nos recomendaron FraFre GastroBar desde el avión, pero honestamente lo había olvidado. Caminando por el malecón en Puerto Ayora, mientras buscábamos un lugar donde sentarnos con mi hija, nos encontramos frente a este restaurante. Una frase en neón al fondo que decía "después puede ser nunca" llamó nuestra atención, así que decidimos entrar.
Desde el primer momento, el servicio nos dejó impresionados. Hacía frío esa noche en Puerto Ayora, y nos ofrecieron mantas para arroparnos, un detalle que habla del nivel de cuidado hacia los comensales. No es de extrañar que FraFre GastroBar sea uno de los restaurantes mejor valorados en TripAdvisor, ocupando el puesto número 2 de 114 opciones en Santa Cruz.
Nuestra Orden: Una Fiesta de Sabores
Esa noche, pedimos dos platos y unas bebidas que, sin duda, fueron una experiencia culinaria para recordar:
Un Final que Trasciende
Llevamos las papas para el día siguiente, y en nuestra visita a Tortuga Bay se convirtieron en el snack ideal para complementar nuestra experiencia en la playa. Este pequeño detalle extendió la magia de FraFre GastroBar un poco más, haciéndonos recordar cada sabor y el excelente momento que tuvimos allí.
FraFre GastroBar no es solo un restaurante; es un lugar donde la atención al detalle, los ingredientes frescos y la calidez de su equipo crean una experiencia que te deja deseando volver. Si estás en Puerto Ayora, asegúrate de no postergar tu visita, porque como dice su letrero: "después puede ser nunca".
Ubicación y Horarios: El restaurante se encuentra en la calle Petrel 1163, entre Isabela y Floreana, cerca de la Cooperativa Cotransli. Opera de martes a domingo, desde las 12:00 hasta las 22:00 horas.
Ambiente y Decoración: FraFre GastroBar ofrece un ambiente acogedor y moderno, con una decoración que refleja la esencia de las Islas Galápagos. El espacio está diseñado para que los clientes se sientan como en casa, disfrutando de una atmósfera relajada mientras degustan sus comidas.
Midori Sushi fue otra de las recomendaciones que recibimos durante nuestro viaje, y decidimos visitarlo una noche en busca de un poco de comida confort. A mi hija le encanta el sushi, así que este restaurante parecía la opción perfecta para disfrutar de algo delicioso y diferente en Galápagos.
La Experiencia
El ambiente de Midori es encantador. Desde que entramos, nos impresionó la calidez del lugar y los detalles en su decoración. Incluso el baño llamó nuestra atención, con una decoración cuidada y original que reflejaba el mismo estilo moderno y acogedor del resto del restaurante.
Esa noche decidimos empezar con una media porción de tequeños, que llegaron a la mesa perfectamente dorados, crujientes por fuera y con un queso derretido en su interior que se deshacía en la boca. Una opción ideal para abrir el apetito.
Como plato principal, optamos por un Puerto Ayora Spicy Salmón, un rollo que fue una explosión de sabores. El arroz estaba perfectamente sazonado y tenía una textura ideal, mientras que el salmón fresco y los toques picantes añadían una complejidad deliciosa al plato. La fusión de ingredientes se sentía equilibrada, y la presentación era tan cuidada que casi daba pena deshacerlo para comer.
Además, Midori tiene una excelente relación con The Point, otro restaurante destacado de Galápagos. Fue aquí donde nos dieron una tarjeta de descuento para visitar The Point, y esa misma noche aprovechamos la recomendación y fuimos. Ambos restaurantes se complementan, ofreciendo experiencias culinarias únicas y un excelente nivel de servicio.
¿Por Qué Visitar Midori Sushi?
Midori no es solo un lugar para comer, es una experiencia culinaria que combina tradición japonesa con toques locales únicos de Galápagos. Además de la comida, el ambiente y el excelente servicio hicieron que nuestra visita fuera memorable. Si buscas disfrutar de sushi fresco y creativo en un entorno agradable, este restaurante es una parada obligatoria.
Ya sea que quieras una cena relajada en familia o una salida especial, Midori tiene todo para dejarte con ganas de volver. Y quién sabe, quizás también termines descubriendo otros lugares increíbles como The Point gracias a ellos. ¡Sin duda lo recomendamos!
Dimati Restaurante Pizzería: Tradición y Sabor en el Corazón de Puerto Ayora
Durante nuestra estancia en Puerto Ayora, nos dieron ganas de disfrutar de una buena pizza, y decidimos visitar Dimati Restaurante Pizzería, un lugar que combina un ambiente acogedor con una oferta gastronómica deliciosa.
La Experiencia
Dimati está ubicado en el Parque El Edén, en la intersección de las calles Marchena y 18 de Febrero. El restaurante tiene un aire cálido y familiar, ideal para una cena relajada después de un día explorando Galápagos. Desde el primer momento, nos recibió un equipo amable que nos hizo sentir como en casa.
Nos decidimos por una pizza familiar de queso con pepperoni. La pizza llegó a la mesa humeante, con una masa delgada y crujiente que reflejaba el cuidado artesanal de su preparación. El queso estaba perfectamente fundido, creando esos hilos irresistibles al levantar una porción, y el pepperoni tenía un sabor equilibrado, ligeramente picante, que complementaba el resto de los ingredientes. Sin duda, una de las mejores pizzas que hemos probado en mucho tiempo.
Para acompañar, pedí una copa de vino que maridó perfectamente con los sabores intensos de la pizza, mientras Zoe disfrutó de un agua fresca. La combinación de la comida con el ambiente relajado y la decoración acogedora hizo que nuestra cena fuera muy especial.
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