Paseo por las Nubes en el Austro

Mauricio Torres

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Datos importantes
Presupuesto:
Menos de $100
Tiempo recomendado:
1 día y medio

Paseo por las Nubes en el Austro

En esta época marcada por una pandemia y el distanciamiento social, toca reinventarse y aplicar ese concepto de la "nueva normalidad". Pero esto no debe ser un motivo para desanimarnos a viajar, pasear, conocer y disfrutar solos o acompañados. Un paseo por el austro es un viaje idóneo, en el que no necesitaremos interactuar con mucha gente, salvo quizás al poner gasolina o comer en un restaurante (aunque un picnic también es una opción). Además, es una gran oportunidad para hacer fotos que muestren lo bello que es nuestro país con sus fríos paisajes andinos.

Lo ideal es salir temprano por la mañana para hacer que el día dure lo más posible. El trecho más largo es llegar a Cuenca, si se sale de Guayaquil (esta ruta está pensada en esa dirección). Ni bien comenzamos a subir, encontramos nuestra primera parada en Tamarindo. Aquí hay una gran variedad de frutas que podemos llevar en nuestro viaje, sobre todo si tenemos pensado comer al aire libre. 100% fruta fresca y de la buena. De todas formas, más adelante hay una serie de restaurantes con despensas en los alrededores de Molleturo. Allí se puede disfrutar de la gastronomía de la Sierra como de la Costa bajo un mismo techo, como por ejemplo el Restaurante Las Peñas. Pero lo mejor que tienen estos lugares es la vista. Desde aquí se puede ver el verde del suelo costeño y las riberas del Golfo de Guayaquil; siempre y cuando esté despejado. De igual manera, no es necesario hacer run stop en un paradero y comer, el resto del camino  está repleto de paisajes que valen la pena disfrutar.

Seguimos con nuestro camino y pasamos por el Cajas, el cual es mejor visitarlo de regreso para disfrutarlo completamente. Pasamos por Cuenca también (que es donde se puede pasar la noche, en un ambiente más urbano). Al salir de Cuenca por la ruta que lleva a Azogues, a casi nada de la capital de Cañar, hay un desvío que lleva a un pequeño cerro llamado Cojitambo. Si bien es un lugar con mucha historia por sus ruinas, hoy en día también es el punto de encuentro de escaladores del Ecuador. Tiene muchas rutas de varios niveles de dificultad, desde muy fáciles a súper pro. Si tienes equipos propios y te gusta escalar, aquí se puede aprovechar para subir por la cara Este de la montaña.

Si en cambio, esto no es lo tuyo, puedes subir en auto o a pie desde el otro lado para visitar la ruinas cañaris y hacer un pequeño picnic en la cima, justo a la hora del almuerzo. Desde aquí, hay una hermosa vista de 360 grados, en los que con mucha suerte, se puede llegar a ver hasta a Cuenca. Tampoco hay que dejar pasar la oportunidad de ver unas casas de campo bastante rústicas pero hermosas , que son parte del paisaje al momento de bajar.


Con la opción de tomar caminos vecinales, o regresar a la ruta principal vía Azogues, avanzamos en una corta distancia hasta Biblián. Este pequeño poblado parecería no sobresalir, hasta que uno ve el Santuario de la Santísima Virgen de Rocío y su torre de techo azul cielo. Construida sobre el costado de la colina Zhalao, esta iglesia parece en realidad un castillo gótico de un cuento de hadas. Con muchas escaleras por subir para poder llegar a ella, vale la pena tomar uno que otro descanso en el camino. Con un ambiente frío como la piedra sobre la cual fue construida, la poca luz que entra es a través de los cristales que la adornan. Seas o no creyente, es un lugar que vale la pena visitar aunque sea una vez en la vida.

En las afueras de la iglesia se puede comprar sombreros de paja toquilla a un valor bastante económico, o se puede llegar al mirador de Zhalao. Como dato curioso, hay también un obelisco en el que se conmemora la batalla de Verdeloma. Una batalla en la que nuestros patriotas perdieron la lucha de la independencia; sin embargo, el pueblo de Biblián recuerda con mucho orgullo.


Toca ahora continuar, lo más rápido posible, para aprovechar el día, hacia Ingapirca, las ruinas más emblemáticas de nuestro país. En otra entrada, hablaremos más sobre este lugar, pero hoy la recomendación es disfrutar del paisaje. A los costados de la carretera se pueden ver colinas verdes y amarillas, en caminos zigzagueantes. Claro, una vez que hemos salido de la ruta principal, directo a las ruinas. Se puede apreciar la arquitectura de los pequeños pueblos de la Sierra ecuatoriana, vacas manchadas que contrastan con el cielo, a la población local en su día a día —y en algunas ocasiones, un hermoso cielo azul moteado de nubes blancas por aquí y por allá. Ingapirca ya es suficiente como para contar esta experiencia en otra ocasión.

Al final del día, lo mejor es volver a Cuenca a pasar la noche y descansar. Sobre todo si uno es un citadino que le gusta disfrutar del campo, pero que no quiere pasar una noche en él. En Cuenca hay una gran variedad de hostales económicos y hoteles o airbnb para gustos más exigentes.


Al día siguiente, se puede caminar por el centro de la ciudad, pero lo interesante puede ser que esté más allá, en El Cajas. Este parque nacional está regado de pequeñas lagunas y sitios interesantes como la laguna de Llaviucu o la Toreadora; en esta última, hay un restaurante (El Refugio), donde lo mejor que se puede hacer es tomar un chocolate caliente, sobre todo si el clima está demasiado frío. Más adelante también hay otros lugares que quizás no se los puede apreciar desde la carretera, como el Rancho de los Hermanos Prado. Esta es otra parada donde vale la pena bajarse y disfrutar de un clima que si esta despejado, es templado; sino, es muy ventoso y frío, lo cual es lo ideal para acurrucarse con alguien. Si se tiene suerte, desde aquí o más adelante en el camino, se puede disfrutar también de unos de los mejores atardeceres que tenemos en el Ecuador.

Datos importantes
Presupuesto:
Menos de $100
Tiempo recomendado:
1 día y medio
Experiencia relatada por:
Mauricio Torres

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