El corazón del Archipiélago de Galápagos, es la isla Santa Cruz: es un lugar increíble, o bien podría decir “encantado”, ya que así terminas de tanto ver su magia. Desde bosques endémicos, donde las tortugas gigantes recorren libremente, hasta aventuras bajo el agua, y mucha historia. Aquí la experiencia de la naturaleza se combina con lo buena onda que es la gente.

Santa Cruz constituye la segunda isla más grande del Archipiélago y no podíamos dejar de visitarla. En caso de que vengas a esta isla directo de Guayaquil,  la llegada es en el aeropuerto de Baltra y para salir debes tomar un bus ($5) al canal Itabaca, que es lo que separa Baltra y Santa Cruz. El servicio de cruce por medio de ferry es de $1. Al llegar al otro lado del canal, debes tomar un taxi camioneta para que te lleve a la zona urbana ($40 repartidos entre los que entran en el vehículo). Algunas personas aprovechan este trayecto haciendo de una vez el tour a la parte alta, ya que queda al paso. Está entre $80 a $100, pero como nosotros fuimos desde San Cristóbal, la historia es otra.

Comenzamos nuestro viaje en ferry desde San Cristóbal hasta Santa Cruz a las 7am. El boleto estaba a $30 o $35 y empezamos el viaje de 2 horas hasta nuestra siguiente aventura. El mejor consejo es comprar sus boletos de ferry apenas entren a Galápagos porque a veces se llenan y la siguiente salida es a las 3pm. Si les pasa eso, perderían todo un día de la otra isla y no es lo más idóneo. Pueden hacerlo en línea en https://www.galapagosseaways.com/ o en cualquier lugar con letrero de ferry cerca del puerto. Llegamos a Santa Cruz a las 9 am, pagamos $1 por el “permiso del muelle” y pasamos por la Agencia de Regulación y Control de la Bioseguridad y Cuarentena para Galápagos (ABG) donde nos tomaron temperatura, revisaron nuestros bolsos y procedieron a desinfectarnos. Luego de haber pasado todo el proceso, ya estábamos listos para transitar en Santa Cruz.

Fuimos a hacer algo de tiempo hasta hacer check-in en nuestro hotel. Nos hospedamos en el Hotel Flamingo, tiene muy buenas opciones y queda muy céntrico: a un lado de la calle, estaban los kioskos (donde encuentras almuerzos de $5)  y al otro un sin número de lugares para divertirse en la noche (donde encuentras platos de $15 a $30 y cervezas a $4.50).

Luego de acomodarnos, agarrar nuestras cámaras y con nuestros celulares cargados, pedimos un taxi camioneta para que nos lleve a conocer la parte alta de este lugar. Este tour es de aproximadamente 3 horas y pasamos por lugares icónicos de esta isla como El Chato, túneles de Lava y los Gemelos, el costo es de $60 aprox, dividido en las personas que íbamos en el vehículo (más adelante pongo el número de nuestro taxista por si quieres este servicio de primera).

Recorrimos los principales atractivos de la parte norte de la Isla Santa Cruz. Empezamos conociendo los cráteres Los Gemelos, que se formaron cuando las islas estaban activas, y la actividad volcánica generó erupciones. Lo increíble de estar frente a estos dos hundimientos es imaginar que en algún momento hace millones de años atrás, tenían lava.

Es el único lugar de la isla rodeado de un bosque nativo de escalecias. Yo imaginaba que eran trozos de Pandora (referencia Avatar je). 

Continuamos el camino para ir al Rancho El Chato, donde hay un gran número de ejemplares de tortugas gigantes de Galápagos, en su hábitat natural y en libertad… y con libertad me refiero a que pueden cruzar el camino y estar ahí horas y no dejar pasar a ningún carro si pudieran. A nosotros nos pasó que topamos con unas cuántas pero el chofer del taxi (que ya tenía experiencia) hizo un zigzag que nos llevó a la entrada de la reserva sin ningún problema. 

El costo de la entrada es $7.50, cubre café o té para que tomes mientras escuchas a los guardaparques hablar sobre el cuidado hacia a las tortugas. Aquí te tomas la foto típica con los caparazones de tortugas. (Dato importante: por $1 puedes hacer el refill que quieras a tu termo de agua, el cual recomiendo siempre llevar a tus aventuras ya que la mayoría de lugares como este tienen para hacer relleno de agua y así cuidas al planeta evitando el uso de plástico de un solo uso y ahorrando)

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En el mismo rancho se empieza la visita a los túneles de lava (la entrada al rancho te cubre este atractivo también). Estos túneles son formaciones naturales de las erupciones volcánicas pasadas, logrando hacer caminos impresionantes de hasta 2000 metros. Lamentablemente por seguridad, la parte que podemos acceder los turistas es de 250 metros, sin embargo vale la pena ir, conocer y hacer check a la lista de “Lugares encantados de Santa Cruz”.

Después, parte del tour que nos ofrecía el señor del taxi (Edisson Rodayo 0980139282) era ir a playa Garrapateros o dejarnos en Tortuga Bay, pero decidimos irnos por la segunda opción. Escuchamos que es la mejor playa de la isla y teníamos que comprobarlo por nosotros mismos.

Así fue como nos dejó en la entrada, y nos registramos (no tiene ningún costo ir a la isla más allá del taxi que te deje en el lugar). Normalmente está de 30 a 40 minutos caminando (dependiendo tu ritmo), pero nosotros somos picados y quisimos comprobar que podíamos llegar antes a paso rápido. Así fue como nos hicimos 20 minutos entre corridas y descansos en alguna que otra sombra de los cactus Opuntias que había en el sendero (una especie de cáctus nativa y endémica de Galápagos)

Lo primero que vimos al llegar fue la arena totalmente blanca y el contraste hermoso con lo turquesa del mar. Había algunas rocas oscuras y porosas que usamos como punto estratégico para dejar nuestras cosas e ir corriendo al agua de lo cansados y acalorados que estábamos por el recorrido rápido. 

Este lugar tiene el nombre de Tortuga Bay porque es donde anidan las tortugas de las Islas Galápagos, aunque lo que más vi eran iguanas marinas. Con mis amigos le decíamos a esta playa “Iguana Bay” como broma. 

Estuvimos en este lugar varias horas. En Tortuga Bay se puede practicar surf, snorkeling y trekking. El mar lo disfrutamos hasta decir basta, a pesar de que habían unos que otros peces e iguanas nadando cerca de nosotros. Cuando llegó la hora de decir adiós, nos pusimos nuevamente una capa de bloqueador porque nos esperaba un camino de 40 minutos hasta el puerto.

Antes de llegar al hotel, pasamos por la Laguna de las Ninfas, ubicada en la parte urbana de Puerto Ayora. Lo bonito del lugar era el agua transparente con tonalidades verde-turquesa siendo rodeada por un bosque manglar. Su nombre hace referencia a que en esta laguna antiguamente acudían a bañarse algunas mujeres desnudas, así que le pusieron el nombre de Laguna de las Ninfas.

Llegamos a bañarnos y a guapearnos porque nos esperaba la joda urbana del Puerto, aparte de buscar comida porque moríamos de hambre. 

Es que luego de tanta quema de calorías nos merecíamos algo rico y glam, entonces fuimos a este restaurante que nos llamó la atención por las luces y árboles de decoración. En Midori ofrecían comida japonesa fusión y probamos varios rollitos y sopa miso que me llenó la panza de felicidad. Definitivamente recomendado si vas a Galápagos.

Como Santa Cruz es conocido por su vida nocturna y lugares de joda, no podíamos dejar de pasar por Bongo Bar, un barcito icónico de Puerto Ayora (tal cual como lo dice su descripción de Instagram) https://www.instagram.com/bongobargalapagos

Pedimos una promoción de cócteles, jugamos billar y empezó el bailoteo con una cantidad increíble de gringos y turistas ecuatorianos disfrutando lo que ponía el DJ.
Disfrutamos moderadamente porque al siguiente día nos esperaba la siguiente aventura.

Despertamos super temprano para aprovechar del rico desayuno que incluía nuestra estadía en el Hotel Flamingo.

(Criterio personal: Hay personas que prefieren ir a un Airbnb que a un hotel pero la verdad, con la cantidad de aventuras que vas a realizar durante el día, lo que más quieres es llegar a tu hotel a descansar con sábanas limpias, toallas secas, ser atendida 10/10 y no tener que preocuparte con tu desayuno, por eso en Santa Cruz, optamos por hospedarnos en un hotel céntrico que tenga todas las comodidades que requerimos para este viaje.)

Durante la mañana caminamos por la zona, compramos recuerdos, llenamos la maleta de más snacks porque estábamos llenos como para almorzar. Aprovechamos el tiempo y fuimos en busca de un tour que cubra la visita a Las Grietas (años atrás podías ir de manera gratuita, pero a raíz de la pandemia, cambiaron algunas cosas y ahora cobraban $10 por ir hasta el lugar con un tiempo de 45min por visita, por lo cual preferimos buscar un tour que venga incluido en sus actividades la visita, para optimizar tiempo y recursos $$$). Así fue como encontramos uno que ofrecía equipo de snorkeling, snacks, entradas a diferentes lugares y algo completo de 40% caminata y 60% mar (algo que como se darán cuenta… AMO). El tour empezaba a las 3 entonces nos alistamos para ir al puerto a esperar nuestro bote.

En total fueron 3 horas y media aproximadamente y pasamos por 5 sitios diferentes. El primer plan que hicimos, por la hora, fue ir hasta las Grietas. Para llegar ahí, el bote nos dejó en el Muelle de Punta Estrada, donde en una caminata de aproximadamente 25 minutos, pasamos por las Pozas Salinas, la Playa de Punta Estrada (o los Alemanes), Mirador de Bahía Franklin, y terminando en las famosas grietas. Como contábamos con 45 minutos por reloj para visitarlas, nos pusimos las aletas casi de inmediato y nos lanzamos al agua cristalina. Disfruté bastante porque al haber dos paredes gigantes, el agua forma una piscina natural con una profundidad de 10 metros más o menos. Entonces tal cual, como pez en el agua, nadé todo lo que podía y visitaba a pecesitos al fondo del lugar.
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Este lugar cuenta con dos tipos de agua: la superficial, media dulce que llega por medio de filtración de la parte alta, y la más profunda, el agua salada del mar. La mezcla de ambas logra el agua salobre, algo único y delicioso al nadar para bañistas y apneístas (como yo).

Luego de nuestro tiempo ahí (si fuera por mí me quedaría ahí horas pero teníamos un cronograma que cumplir y aparte hay tiempo límite), regresamos al bote a nuestra siguiente actividad.

Pasamos por un islote llamado la Lobería, que aunque no tuvimos suerte de encontrar tantos lobos marinos como lo hicimos en San Cristóbal, nadamos con muchísimos peces de colores y vimos varias tortugas. Luego fuimos hasta el Canal de Tiburones (o túnel de tintoreras) donde estuvimos haciendo snorkel observando tiburones pequeños e inofensivos, pero definitivamente te saltaba el corazón cuando veías uno de cerca. Nos quedamos nadando en Punta Estrada hasta que nos tocó ir a hacer un pequeño trekking a la Playa de Los Perros, todo era en la misma zona por lo que el tour acabó relativamente a tiempo para ver el increíble atardecer.

Llegamos al hotel para despedirnos de Galápagos con un plato típico de allá: el pez brujo.
Este pez es considerado una exquisitez de las Islas Galápagos. Se lo pesca a 300 metros de profundidad, su carne es blanca y tiene un sabor único. Su olor no es tan “mariscoso”como otros peces. Tiene un sabor delicioso tipo a camarón (nos contaron que era debido a que se alimentaban precisamente de camarones). 

El plato costó $30 (hay desde $25 dependiendo del tamaño del pez) y lo compartimos entre 3 ya que viene con acompañamientos para cada persona (arroz, menestra, patacones o maduros). El pez es cocinado en ese momento como tú quieras: frito, apanado, sudado, al ajillo… Puedes elegir dos opciones (dividen el pescado en dos). No puedes irte de un lugar sin conocer al menos un plato de la comida típica de la zona: lo hicimos y terminamos repletos, lo que fue una forma perfecta de terminar el día.

¡Galápagos es un lugar increíble y espero que mi experiencia les haya dado ganas de visitarlo también!

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