Entre pozas naturales y cosechando alimentos en The Jungle Clan.  

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Datos importantes
Presupuesto:
Medio ($101 - $250).
Tiempo recomendado:
3 días.

Entre pozas naturales y cosechando alimentos en The Jungle Clan.  

Tips útiles:

  • Usar protector solar –también labial–.
  • Llevar repelente natural para mosquitos.
  • Tener un termo con agua y el celular –o la cámara– bien cargado.

Desde Guayaquil partimos hacia la Ruta Spondylus, con dirección a Dos Mangas –en la provincia de Santa Elena–, una comuna situada cerca de Montañita. Para llegar hasta ahí, se debe conducir hasta Manglaralto y tomar el desvío que continúa hacia el cerro. Tardamos alrededor de tres horas hasta que dimos con el destino que habíamos puesto en el mapa, se trataba de un huerto agroecológico llamado The Jungle Clan.

Se halla en el kilómetro 4.5 –vía a Dos Mangas–, es muy fácil llegar en vehículo propio, no hay cómo perderse gracias a los letreros que han colocado a lo largo de la ruta principal. También es posible tomar un taxi / camioneta por $0,65 por persona, los dejará a pocos metros de la entrada. El trayecto es entretenido y tranquilo, ya que la gente utiliza esta carretera para trotar, o pasear en bicicleta.

Llegamos un jueves por la tarde, y a medida que avanzábamos por el camino, notamos que el sitio se encontraba un poco retirado, en medio de la naturaleza; para nosotros, esto lo volvía más especial. Tocamos la campana que hacía de timbre, saludamos y, apenas ingresamos, quedamos impresionados con la gran cantidad de plantas que poseen en su pequeño huerto; una exhibición de nuestros vegetales y frutas favoritas. 

Lo primero que hicimos al entrar, luego de conocer a Rocío y Pablo (los dueños de este maravilloso huerto que mantienen junto a sus dos hijos), fue dejar las mochilas en la que sería nuestra suite por los próximos tres días; queríamos vivir la experiencia completa de cosechar nuestros propios vegetales orgánicos y utilizarlos al momento de cocinar, aunque la mayoría de las veces, Andrea los llevaba directamente de la planta a su boca.

Yo alucinaba con la experiencia de probar un guineo –100 % libre de químicos– recién arrancado del racimo. En realidad probaba 2 o 3 al día. Aquí podíamos preparar una variedad de platos, ya que la suite contaba con cocina equipada y una mesa de madera en el exterior para sentarnos a disfrutar al aire libre. El servicio de hospedaje tiene un valor de $20.00 por persona, es decir, $40.00 la pareja e incluye desayuno (es preferible reservar con anticipación).

En ese momento, al dejar las maletas dentro, iniciamos con el recorrido degustativo; Rocío arrancaba una planta y nos daba de probar, una tras otra. Tratábamos de adivinar el nombre, no era fácil atinarle con tanto deleite que sentía nuestro paladar, por eso ella nos decía qué especie era cada una y explicaba la función que cumplía en nuestro cuerpo; aparte de brindar un agradable sabor.

A lo largo de la guianza, caminamos con calma por todas sus plantaciones, no sólo saboreando, en este paseo también participaba nuestro sentido del olfato (especialmente al acercarnos a la flor de jazmín). Por nuestras manos y boca pasaron la albahaca, espinaca malabar, el orégano cubano, entre otros. 

Rocío y Pablo se enfocan en sembrar –o más bien, asociar– determinadas plantas para obtener mayores nutrientes que beneficien la tierra (como agregar más nitrógeno, o controlar la erosión del suelo), de esa manera, todas se protegen y crecen en armonía.

Logramos observar algunas mariquitas, colibríes y abejas volando alrededor de las flores. Había hojas que nos llamaban la atención por su tamaño y su apariencia: como una ligeramente transparente. Vimos la planta de la vainilla –la original, no la esencia artificial que se usa en la mayoría de productos–, aprendimos que su precio elevado se debe a que tarda más de tres años en dar el fruto. 

Pasamos a conocer el gallinero, donde obtienen aproximadamente 10 huevos criollos diarios (algunos nos sirvieron para nuestras cenas y desayunos). En la parte más baja de su hacienda, colocaron camas elevadas para evitar que las inundaciones destruyan sus cultivos, como la hoja de viento, ideal para dolores de garganta y tos; la medicina natural también forma parte en The Jungle Clan.

Algo más que aprendimos en este recorrido guiado: se puede comer la hoja de la flor de jamaica, y el verde intenso de la hoja de stevia, evidencia su naturalidad –libre de químicos– y dulzor.

Antes de culminar, le propusieron a Andrea cosechar un jengibre, era la primera vez que lo hacía, no lo pensó dos veces y rápidamente lo arrancó con facilidad; en ese preciso instante, cortó un pedazo y se lo llevó a la boca, con tierra incluida. Rocío nos dijo que esta tierra posee bastante magnesio, y que este tubérculo es picante, delicioso y beneficioso para nuestro cuerpo.

Tienda con productos artesanales

Luego de caminar entre las plantaciones, Rocío nos llevó a su tienda donde ofrecen productos naturales y artesanales, creados por ellos mismos, como licores, conservas, postres y cremas para el cuidado personal. Junto a Pablo y sus hijos, preparan cada artículo con mucho amor; son una familia dedicada al cultivo. También venden productos saludables de otras marcas, incluyendo café orgánico –en grano y molido– y tecitos medicinales.

Por supuesto hubo degustación, probamos algunas de sus creaciones, como la pasta de ajo, el chimichurri de albahaca, de perejil y cilantro. No podíamos dejar de lado la miel de abeja real y sus distintos sabores de mermeladas. Todo con un sabor exquisito que se evidenciaba con la expresión en nuestras caras. Y para refrescarnos, tomamos kombucha de piña, y aunque no somos amantes del licor, catamos un shot mezclado con coco; cada bocado y sorbo fue un deleite total.

Al entrar a la tiendita, querrán llevarse una porción de cada cosa, estamos seguros de que no saldrán decepcionados ni con las manos vacías. Una de las particularidades que más nos encantó, es que tienen postres sin gluten. También ofrecen el servicio de restaurante con productos agroecológicos de su propia huerta, únicamente funciona bajo reserva.

Al terminar la tarde, decidimos preparar la cena en nuestra suite. El menú incluía huevos criollos que obtuvimos del gallinero. Con el estómago rebosante de tanta degustación saludable, nos fuimos a la cama temprano, habíamos caminado y aprendido bastante acerca de los cultivos. Dormimos cómodamente, la habitación contaba con aire acondicionado, cama de dos plazas y había un baño privado. Las noches fueron mágicas, llenas de paz y calma, despertábamos con el cantar de los pájaros afuera de nuestra ventana.

Los siguientes días nos dedicamos a aprender más sobre el aporte de las plantas y la función de cada especie en este ecosistema. Asimismo, pusimos nuestros conocimientos en práctica; una tarde que Rocío tuvo un pedido, Andrea le ayudó a cosechar más rúcula y envolverla en hojas de cúrcuma (su empaque natural). Lo pesaba y dividía en porciones. Cerca de la zona (sobre todo en Montañita y Olón) existen dueños de restaurantes que realizan pedidos con regularidad porque reconocen la calidad de estos productos.

Cosechábamos también para alimentar a los pollos –sí, ellos se alimentan sanamente– y para nuestro consumo. Con espinaca y rúcula preparábamos las ensaladas para nuestras comidas. Nos sentábamos en la mesa de afuera de la suite, al aire libre, con el propósito de compartir con Rocío y su familia. Las conversaciones las acompañábamos con café de especialidad, postres artesanales que incluían hojas arrancadas en el momento, como la menta o madreselva.

Definitivamente nos encontrábamos en un sitio armónico, cerca del mar y rodeado de naturaleza, no hacía falta salir, sólo lo hacíamos para comprar algo adicional en el supermercado. Aunque sí existe una razón en particular para dejar el huerto –sólo por un par de horas– y adentrarse aún más hacia la montaña.

Sendero a las pozas

Lo único por lo que querrán salir de The Jungle Clan, será para realizar el sendero hacia unas fascinantes pozas naturales, una aventura perfecta para disfrutar en pareja, con amigos o en familia. Este tour se lo contrata en el Centro de Interpretación que se halla al final del camino que conduce hacia la comuna Dos Mangas, a pocos kilómetros del huerto orgánico (a 10 minutos en auto desde el desvío frente a Manglaralto).

El precio de la entrada depende del número de personas; por ejemplo, cuando fuimos, éramos cinco y pagamos $32,50 en total; incluye botas de caucho y acompañamiento de un guía local. Es primordial llevar suficiente agua, gorra –o sombrero– y repelente. A modo personal, les sugerimos usar medias gruesas y largas para caminar cómodamente con las botas.

El sendero atraviesa un bosque húmedo, por lo que la intensidad del calor dependerá de la época del año en que vayan, aunque para evitar los golpes del sol, es fundamental iniciar la caminata lo más temprano posible. El horario de atención es de lunes a domingo, de 8h30 a 16h30. No es necesario reservar, pero les sugerimos contactarse antes con Turismo Dos Mangas –0997346906– por cualquier duda que tengan, o para saber cómo se encuentra el clima, ya que en los días lluviosos, las pozas adquieren mayor agua y encanto.

El recorrido completo toma alrededor de 5 horas, aunque en realidad, dependerá del ritmo con que avance el grupo, y las paradas que realicen para descansar. El camino es ligeramente dificultoso, posee algunas pendientes, partes lodosas y pequeños puentes de caña; si van con buena actitud, no lo sentirán complicado. El sendero está marcado y siempre estarán acompañados por el guía.

En una hora llegarán a la primera poza, donde podrán recargar energías con sólo tocarla, aunque les sugerimos hacer un pequeño esfuerzo y avanzar hasta la última para disfrutar con mayor calma en el agua helada que los refrescará del calor. El baño en estas pozas naturales, hará que sientan el regreso más corto y ameno.

Y si tienen suerte, podrán observar –o por lo menos escuchar– a los monos aulladores. También existe otro sendero hacia las cascadas, pero ese todavía no lo hemos hecho. Según nos comentaron, conlleva una caminata de casi ocho horas entre ida y regreso. Es más extensa, pero dicen que esta aventura adquiere mayor significado, y se la aprovecha mejor cuando los días han estado lluviosos porque encontrarán la cascada rebosante de agua.

Si están en la búsqueda de probar un plan diferente, sin duda alguna, The Jungle Clan es el sitio ideal para desconectarse, descansar inmersos en la naturaleza, experimentar la digitopuntura –un tipo de masaje sanador– y cosechar sus propios vegetales orgánicos. Adicionalmente, cuentan con senderos de aventura muy cercanos, y con la playa de Manglaralto a poca distancia (incluso a menos de 10 minutos de Olón).

Datos importantes
Presupuesto:
Medio ($101 - $250).
Tiempo recomendado:
3 días.
Experiencia relatada por:
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