El verdadero parque de Guayaquil

Mauricio Torres

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Datos importantes
Presupuesto:
Menos de $100
Tiempo recomendado:
Medio día

El verdadero parque de Guayaquil

Guayaquil es una ciudad con áreas verdes casi inexistentes. Sin embargo, esta bordea con las 6078 hectáreas del Bosque Protector Cerro Blanco. Este espacio es un lugar mágico para desconectarse de la ciudad sin ir muy lejos de ella, con la opción de poder quedarse incluso a acampar rodeado de la flora y fauna que Guayaquil ha devorado poco a poco. Pero hay que recordar que aún en épocas de semáforos, tenemos que poder aprovechar la oportunidad para viajar y conocer nuevos lugares de manera responsable.

Antes de ir, deberías contactar al parque para coordinar una visita guiada junto a un guía. De esta manera ellos se aseguran que la gente se comporte, y conozca más sobre lo que están viviendo. Una vez que has hecho esto, y has pagado la tarifa que te indican, solo tienes que esperar a la fecha de la visita. Si no eres de madrugar mucho, puedes comenzar el paseo tipo 8 o 9 am. De esta forma, si haces una caminata de unas cuatro o cinco horas, te evitas tener el sol de medio día. Igual este no afecta mucho porque como los árboles son altos, te protegen de cualquier sol en verano. Te aconsejaría que compres provisiones en la Primax frente a Puerto Azul para que tengas un snack durante la caminata.

Al llegar al parque, nos encontramos con Carlos, nuestro guía. un tipo grande, con una barba imponente y un sentido del humor genial. él nos lleva hasta un punto donde dejamos el auto antes de comenzar el sendero que vamos a recorrer. No les diré cual es, para que se aventuren y prueben cualquiera que les llame más la atención. Nos bajamos del auto y nos preparamos para el viaje. Obviamente, los demás esperan al más demorado de todos como siempre: al fotógrafo. Carlos por suerte también es un fotógrafo aficionado y lleva sus equipos para fotografiar.

La caminata comienza suave y lo primero que se nota es la falta de ruido de la ciudad. Ya con eso, la mitad del paseo ha cumplido su meta. El sentido de desconexión en este lugar es espectacular. Solo se siente un ambiente de paz. El clima ayuda, porque con tanto árbol que da sombra, se siente mas fresco (paisajistas, tomen nota).

Carlos nos amenaza con machacarnos durante las cuatro a cinco horas de caminata. Pero mientras lo hace conversa también de todo lo que es el bosque y nos olvidamos rápidamente de lo que tenemos al frente, para quien no tiene buen estado físico. El sendero comienza a subir y va paralelo a una quebrada casi seca. Del otro lado, a medida que avanzamos, vemos un hermoso ceibos que parecía ser pelirrojo. Esto es por sus flores, que son rojos y blancos, con una textura que parece seda.

Vemos una araña de hilo dorado colgada en tremenda tela de araña. Esta es de varios colores y parece ser enorme a primera instancia. Nuestro guía nos aclara que esa es de las pequeñas. Ya no se si creerle o si solo lo haces para darnos miedo. Rápidamente aclara que hay tarántulas por todos lados y señala un nido de una de ellas, y luego otro y otro y otro. Spoiler alert, por suerte no vimos ninguna.

Nuestro objetivo ese día era tratar de ubicar monos. Aves es lo más fácil, y monos aquí no es tan complicado. Pero con la naturaleza nunca se sabe. Por ahora, no hemos avistado ningún ave. Lo que si avistamos son mariposas y chapuletes. Un chapulete azul nos llama la atención y se dedica a posar sobre rocas en el piso y luego sobre hojas bajas. Con los rayos de luz que se filtran a través de las hojas mas altas, es como estar dentro de un estudio fotográfico. El chapulete se queda estático lo suficiente como para ser fotografiado y además permite que te le acerques bastante antes de volar hasta la siguiente rama o piedra.

Continuamos y pasamos un puente antiguo que se ha venido abajo y que será reemplazado. Seguimos el sendero a través de una quebrada en busca de los monos. Carlos nos comenta que en invierno es imposible caminar por ahí porque está todo lleno de agua de las lluvias. De momento hay muy poca agua y encontramos unas pequeñas ranas. pero cuando digo pequeñas son pequeñas. Del tamaño de la uña del dedo gordo de un pie. Están en las rocas y son casi imperceptibles. Si Carlos no avisaba su presencia, no sabríamos que existían.


Avanzando un poco más vemos un árbol gigantesco. Un higuerón. Las lianas caen de él y se vista es imponente. Metros más adelante, hay otro árbol que forma una especie de puente/túnel en el sendero. Es un buen lugar para hacer una mini sesión fotográfica para tener el recuerdo que estuviste ahí. Hasta ahora, es el highlight del paseo, porque puedo tener un recuerdo de que estuve ahí. De repente, Carlos corre y nos avisa que más adelante (como a casi 100 metros) hay monos. Llegamos a ellos y están arriba de lo más alto de los árboles.

Nos quedamos tratando de fotografiar a los monos saltando de un árbol al otro por una media hora aproximadamente. Podríamos habernos quedado más. Sin embargo, estaban aún muy lejos y no quedaba mejor cosa que verlos y disfrutar del espectáculo, en vez de sufrir por no haber llevado un lente mejor. Avanzamos hasta el final de nuestro sendero y la continuación a otro y aprovechamos para sentarnos a conversar. Carlos nos cuenta sus mil historias como guía y nos hace reír. Terminamos esto, damos media vuelta y retornamos por donde vinimos.

A la altura del puente caído, tomamos el otro lado de la quebrada para regresar. Carlos avista un ave, se emociona, corre a un punto de donde la pueda ver mejor. La perdemos. Hemos fracasado en el avistamiento de aves, pero vimos monos. Con eso nos damos por más que servidos De regreso vemos varios tipos de flores y plantas; las cuales, de manera extraña se llaman "lengua de suegra" o similares. Resulta que estos, son nocivos para el ser humano, al tacto o al ingerirlos. Llegamos al auto e inmediatamente nos dirigimos hacía el mirador (igual se puede acceder caminando). Es una vista hermosa. Vemos que el sol también ha salido y el paso de la carretera nos recuerda que aún estamos en Guayaquil.



Carlos nos lleva a conocer al área donde hay juegos para niños. él nos comentó que si uno va a llevar niños menores de diez años, es mejor ir con ellos a esta zona no más donde se puede hacer camping, jugar, hacer parrilladas y pasar un rico tiempo en familia. Esta es una buena opción corta para disfrutar de un verdadero parque sin cemento ni palmeras ornamentales, si es que va a ir acompañado por niños más pequeños.

Es un paseo corto, pero totalmente saludable; sobre todo si hemos pasado meses encerrados en casa. No requiere mayor inversión, solo planificación junto a la gente del Bosque y las buenas ganas de aventurarse a sentir que uno están en Jumanji o Jurassic Park.


Datos importantes
Presupuesto:
Menos de $100
Tiempo recomendado:
Medio día
Experiencia relatada por:
Mauricio Torres

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