Cayambe: Una cumbre en la Mitad del Mundo

Leonardo Idrovo

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Presupuesto:
Más de $100
Tiempo recomendado:
2 días

Cayambe: Una cumbre en la Mitad del Mundo

Este es un volcán compuesto por varios domos, donde se encuentran los glaciares más hermosos del Ecuador. Es el tercer volcán más alto del país, este es un volcán activo que tuvo su última erupción a finales del siglo XVII. Este majestuoso volcán de 5790msnm pasa en su base por la línea equinoccial, lo que hace que esta sea una experiencia única: ¡imagínate estar en lo alto de la mitad del mundo!

Cayambe es famosa por sus bizcochos, bellas flores y los glaciares hermosos. Hemos visitado muchas veces los glaciares, pero siempre nos hemos quedado con ese bichito de “¿que habrá más arriba?”; así que decidimos armar viaje a la cumbre del tercer volcán más alto del país.

Sebas tenía clases en el colegio, así que algunos chicos se adelantaron mientras yo lo retiraba de sus clases. Carlitos y Marlene nos esperarían también para ir juntos. El timbre del colegio sonó a las 12 del mediodía y Sebas salió con ansias para empezar esta nueva aventura. Se notaba en su mirada la emoción por querer alcanzar una nueva cumbre. Tomamos la vía a Pifo para poder llegar más rápido al punto de encuentro. Una vez que llegamos a Tababela, hicimos nuestra parada obligatoria para tranquear en la Primax.

Llegando a Cayambe, ingresamos por el parque Yaznan para tomar la vía que nos llevaría al refugio. Al cabo de media hora, pasamos por una zona poblada donde el ingreso es un pequeño pero simpático túnel de tierra en un lugar llamado Paraíso de las Flores. Luego, continuamos por un trayecto de piedra de aproximadamente 30 minutos hasta llegar al control donde tuvimos que registrarnos.

A tu alrededor podrás disfrutar de un paisaje espectacular: las haciendas, los ganados y los bosques lo convierten en un lugar muy acogedor.

Ahora, un punto muy importante: para poder realizar cumbre, o ir hasta los glaciares, se requiere de un permiso especial que otorga el Ministerio del Ambiente. Por otro lado, para acceder a la zona es preferible un vehículo 4x4, ya que gran parte del trayecto se encuentra en mal estado debido a las condiciones climáticas del sector.

Llegamos alrededor de las 5 de la tarde al refugio, luego de haber pasado un tramo súper duro donde tocó activar el 4x4. Los chicos que se adelantaron se habían quedado atorados en la zona, así que a uno de los vehículos que no logró subir, lo dejamos estacionado más abajo.

Una vez ya en el refugio, los chicos empezaron a armar sus carpas. Lamentablemente, nosotros tuvimos un inconveniente con nuestra carpa, así que dormiríamos en el refugio. Empezamos a alistar todos los equipos, para al otro día tomar las maletas y salir rumbo a nuestra anhelada cumbre.

Alquilar una cama en el refugio tiene un costo de $31.50 que incluye cena, desayuno, hospedaje e impuestos. Por otro lado, si solo quieres la habitación, cuesta $16.80. Don Segundito —quien administra el refugio— es una persona muy amable y siempre nos trata súper bien, así que nos apartó una mesa para poder preparar nuestros alimentos. (Se recomienda reservar con anticipación la habitación ya que el refugio pasa bastante lleno por la afluencia de turistas y montañistas nacionales y extranjeros). Dormimos apenas un par de horas ya que teníamos que estar listos a las 11 de la noche, así que descansamos muy poco.

Con un poco de pereza por la mala noche, nos levantamos y terminamos de equiparnos, ya que dormimos con las dos primeras capas para ahorrar tiempo y dormir calientes. Eran las 11 de la noche y ya estábamos listos: 6 cordadas ,18 montañistas en total. Una gran ruta nos esperaba. Empezamos a darnos ánimos y dar instrucciones, prendimos las radios para poder estar atentos, comunicarnos y cuidarnos entre todos.

El Cayambe es una ruta muy dura y de bastante riesgo por su desnivel y la gran cantidad de grietas que hay. Este coloso de 5790msnm nos recibió con una noche estrellada para iniciar nuestra aventura y cumplir otro gran sueño. Con los equipos completos en la mochila, y las botas ajustadas, damos nuestros primeros pasos a tratar de tocar el cielo con las manos.

Tener los equipos adecuados será lo que te de parte de la seguridad en la montaña, además de estar preparado técnica, física y psicológicamente. Iniciamos por un camino rocoso subiendo hasta la zona de la laguna. Nos tomó una media hora realizar este trayecto. La adrenalina corría por nuestras venas: todos estábamos emocionados viendo el Cayambe en todo su esplendor adornado de cientos de estrellas.

Una de las chicas del grupo se puso un poco mal, al parecer le había cogido la altura. Descansó un poco, se hidrató y continuamos la ruta. De pronto, el camino rocoso se iba pintando de blanco por la nieve.

Hemos llegado a la zona de cramponaje, que es el lugar donde ya es necesario colocarse los crampones en las botas para empezar a ascender por la nieve. No podían faltar los respectivos selfies. Todos estábamos revisándonos las botas y colocando crampones. Alistamos la cuerda y nos encordamos para dar inicio a la travesía por la nieve. Había un poco del conocido hielo negro, por lo que es difícil caminar: nos tocó cramponear un poco fuerte para poder tener una buena sujeción y no resbalarnos.

Pocos metros más arriba, un par de amigos no se sintieron bien, así que decidieron reorganizar las cordadas y así descender a aquellos que no podrían avanzar. Quedamos tres cordadas con las cuales continuaríamos ascendiendo.

Después de tres horas de sortear grietas llegamos a picos Jarrín, (dicen que llegar a este punto es tener media cumbre). Hicimos un pequeño descanso para hidratarnos mientras seguíamos admirando el hermoso paisaje nocturno a nuestro alrededor, definitivamente se quedará en nuestra memoria por siempre.

La luna fue una gran compañera de montaña mientras un buen desnivel nos ponía a prueba hasta llegar a una pequeña planicie, donde sería nuestro siguiente punto de hidratación.

A partir de este punto hay que realizar algunos giros necesarios para poder llegar a la cumbre. Bastante agotados, veíamos que iba amaneciendo, y a su vez que el camino se ponía más duro por el agotamiento físico que teníamos. Sin embargo, eso no nos iba a impedir continuar.

Seguíamos avanzado y llegamos a la segunda zona de grietas: estas ya eran más marcadas y podíamos darnos cuenta de la profundidad de las mismas. La imponente naturaleza nos permite poder seguir avanzando sin complicaciones. También atravesamos varias placas de nieve rápidamente, pero con mucho cuidado para evitar que nos pase algún accidente.

Nos quedaban aún 100 metros en altura para llegar a la cumbre, pero varios cientos de travesía aún. Algunos agotados, pero con mucha valentía, continuábamos. Los hermosos colores del cielo y el paisaje nos llenaban de ganas de seguir adelante. Es aconsejable subir en horas de la noche y madrugada, para evitar el deshielo ocasionado por los rayos ultravioletas, y la luna fue una gran compañía. Hubieron más grietas en el camino, y cruzando con mucho cuidado, seguíamos avanzando.

Ahora, los descansos eran más frecuentes, compartir y comida e hidratación entre todos es un gesto de amistad. ¡Nos falta muy poco! Adelante nuestro ya iba la primera cordada subiendo la penúltima rampa. Agotados, y ya con la luz del sol, no desmayamos y nada mejor que una barra de chocolate para darnos energía. Sebas, como siempre, fue el motivador: empezó a dar ánimo a las cordadas que íbamos detrás. Nosotros sabíamos que aún quedaba por lo menos una hora más para llegar a la cumbre, pero también sabíamos que ya habíamos caminado 6 horas, y que la meta estaba cerca.

Llegamos al último giro. Ya divisábamos la cumbre que estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos. Todos descansamos un poco antes de dar el último aliento para lograr la cima tan anhelada. Nuestro amigo Davis casi cuelga las botas, estaba muy agotado como todos, pero se llenó de valentía y continuamos los últimos metros.

Siempre que uno está por llegar a una meta se le van todos los males. En el momento que vi que estaba a escasos metros de la cumbre, mi cuerpo se llenó de energía y di los últimos pasos. No podíamos creerlo: ¡habíamos llegado! Sebas, sin pensarlo dos veces, me abrazó en son de triunfo. Fue una ruta muy dura que nos costó bastante, a pesar de la preparación que tuvimos… ¡pero lo logramos! Qué magnífico haber alcanzado esta gran cumbre. El cielo estaba totalmente despejado y todos abrazándose de la alegría de haber conquistado este logro.

Ver la sonrisa de todos después de tanto sacrificio es algo muy bonito. La sinceridad de las miradas al felicitarnos unos a otros es algo que no tiene descripción. La montaña te enseña a ver la nobleza de las personas y lo grande que son sus corazones. Lo importante siempre será compartir y disfrutar sin egoísmos y con la mejor actitud. Un verdadero trabajo en equipo se ve en las metas más difíciles. Sin duda esta será una ruta para nunca olvidar.

Hasta una próxima aventura…

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Tiempo recomendado:
2 días
Experiencia relatada por:
Leonardo Idrovo

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