Ballenas en Puerto López

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Presupuesto:
Más de $100
Tiempo recomendado:
3 días

Ballenas en Puerto López

Sabíamos que ya había arrancado la temporada de ballenas, y aunque es posible observarlas a lo largo de toda la costa del país, escogimos Puerto López para verlas. Habíamos escuchado que era de los mejores puntos para salir a buscarlas; definitivamente no nos equivocamos.

Partimos hacia Puerto López desde Guayaquil, tomando la Vía a La Costa: sólo hay que conducir a lo largo de la Ruta del Spondylus. Son aproximadamente tres horas con veinte minutos, usando como punto de partida la gasolinera Primax de la ciudadela Puerto Azul.

Llegamos a Puerto López entrada la tarde, pero a pocos kilómetros antes de entrar, junto a la carretera, paramos en un restaurante llamado Renacer del Mirador. Posee un mirador desde el cual se aprecia toda la ciudad y su puerto pesquero. La vista de la extensión del mar y las diminutas embarcaciones que flotan sobre el agua, era agradable. No dudamos en sacar las cámaras; importantísimo orillarse con cuidado, ya que se halla sobre el lado izquierdo y es en plena curva.

A pesar de que en estos meses (julio - octubre), el clima en la playa cambia y un ligero frío se apodera del ambiente, aquí no era necesario cargar un abrigo grueso durante el día. La mayoría de gente local y turistas andaban con camisetas ligeras. Lo primero que hicimos fue dirigirnos hacia nuestro hospedaje, el Hostal Yemayá, ubicado en el centro, cerca de todo y a pocos pasos del malecón. Pagamos $25.00 por una habitación privada.

Luego salimos en busca de un restaurante para comer. Frente al malecón se encuentran varias opciones, nos llamó la atención el ambiente de un local pequeño llamado Blanche. Aunque tardaron más de la cuenta en servirnos, recomendamos el Rebozado de Pescado ($6.00). Por lo general, los platos de mariscos y pescados son de mayor tamaño.

El resto del día pasó nublado, regresamos al hostal cuando veíamos que se acercaba una gran nube gris que iba tapando la montaña a lo lejos. Por la noche volvimos a salir por el malecón, caminamos frente a los puestos de cócteles que se alzan sobre la arena. Todos se encontraban prendidos y con turistas, que a esta hora sí cargaban abrigos. Antes de acostarnos, pasamos comprando un dulce en el famoso local Los Dulces de Benito, reconocido por su incondicional sabor.

A la mañana siguiente nos levantamos temprano para hallar una agencia que nos llevara a ver las ballenas en alta mar, pero antes debíamos desayunar. Ocupamos una mesa en el restaurante Navy Blue (también frente al malecón) y pedimos un desayuno continental y un bolón (costaron $3.50 y $3.00 respectivamente).

Desde antes que nos sentáramos a desayunar, ya se nos habían acercado algunos vendedores a ofrecer los distintos recorridos turísticos que existen en Puerto López. Los principales eran ver las ballenas o visitar la Isla de La Plata. Elegimos la operadora Whale Expedition, el costo por salir a ver las ballenas (lejos de la orilla) y luego hacer snorkel en la Isla de Salango, era de $25.00 por persona.

Puede que si lo reservas la misma mañana, te rebajen un poco el precio ($4 menos). Aunque muchos visitantes prefieren reservar desde un día antes. Tratamos de buscar una agencia que saliera a las 10:00 Am, pero la mayoría arrancaba a partir de las 11:00 Am. Nos aconsejaron ir en la mañana porque, por la tarde, la marea puede estar más agitada.

Nos solicitaron llegar a las oficinas 20 minutos antes de la hora de partida, ya nos habíamos tomado la pastilla para el mareo que compramos en la farmacia frente al malecón. Recomendamos adquirirla, así como comer, máximo, una hora antes de subirse a la lancha, ya que se mueve bastante; de nuestro grupo sólo vomitó una chica.

Caminamos junto a la encargada y el guía hasta el muelle de Puerto López, donde nos dieron una breve explicación de lo que haríamos en el recorrido. Las lanchas tenían buen tamaño, contaban con dos filas de dos asientos, una en el costado derecho y otra en el izquierdo. Cuando parase en el mar, podrían subir cuatro personas al techo y pasar tres o cuatro a la proa.

Nos trepamos, tomamos asiento y empezamos a navegar. Lo primero que vimos fue a un grupo de piqueros patas azules posando sobre una boya. Luego avanzamos mar adentro en busca de las ballenas, cuando de repente aparecieron varios delfines (de la especie denominada manchados): al principio eran pocos, pero en menos de 10 minutos habían montones de ellos saltando cerca de la lancha. El guía nos dijo que este espectáculo no era tan recurrente; tuvimos suerte.

Mientras nos salpicaba un poco de agua y nos protegíamos del frío, algunos turistas ya veían, a lo lejos, algunas aletas de los cetáceos. Nos acercamos más y pudimos observarlas de cerca. Todos sacamos nuestras cámaras, algunos pasajeros subieron al techo y otros cruzaron a la proa, nosotros preferimos quedarnos donde estábamos porque así era más fácil tomar las fotos y, a la vez, nos cubríamos de la garúa que caía.

Las ballenas jorobadas viajan alrededor de 9000 km desde la Antártida con el fin de reproducirse en esta zona del Pacífico (suben hasta Colombia). Las hembras pueden llegar a medir 15 metros y los machos 12. Muchas hembras regresan al sitio donde se aparearon, pero lo hacen acompañadas de su cría. Eso nos dijo nuestro guía cuando vimos a una ballena grande –la madre– nadando junto a una más pequeña –su cría.

Las seguíamos a una distancia prudente, esperando a que una de ellas saltara. La primera en hacerlo fue la cría, lo hizo de manera consecutiva, regalándonos un espectáculo que quedó grabado para siempre en nosotros. La madre nunca lo hizo, pero levantó en distintas ocasiones su enorme cola, al igual que su lomo, el cual fácilmente podía confundirse con un submarino.

Con un poco más de sol, la siguiente parada fue frente a la Isla de Salango para hacer snorkel. Los turistas se lanzaron a excepción de nosotros, que sentíamos el agua helada. En la lancha entregaban todos los equipos, menos toalla. Importantísimo llevar –en estos meses– si piensan meterse al mar, ya que al navegar de regreso al muelle, el viento es muy fuerte. Nos dieron un refrigerio antes de retornar, a las 02:20 Pm, a Puerto López.

Nos bajamos contentos por haber sido testigos de un gran espectáculo natural que se da en nuestro país. La gente local asegura que de julio a septiembre es la época donde existen más probabilidades de observar las ballenas. Aunque varios vendedores de las agencias dan la garantía de que, si uno no ve ballenas, no paga el tour.

De vuelta en el malecón, caminamos sin sentir ningún tipo de malestar ni sensación de mareo (gracias a la pastilla), por lo que almorzamos enseguida en el restaurante Spuma Del Mar, pagamos $3,50 por el menú. Después de comer notamos el cansancio que teníamos.

Sabíamos que al día siguiente nos marcharíamos, pero de habernos quedado más tiempo, hubiésemos visitado el Bosque San Sebastián, donde se realiza una caminata guiada para observar monos, o ir al Sendero Bola de Oro en el sector de Río Blanco, ambos valorados entre $38,00 a $40,00 por persona, y ofrecidos por la misma operadora –Whale Expedition– que nos llevó en busca de las ballenas. Duran mediodía y salen por la mañana.

Al llegar el tercer día, desayunamos temprano en el local Aloha (frente al malecón), un desayuno típico manabita –bolón y bistec de carne– acompañado de chocolate artesanal y jugo natural, todo por $4.00. Decidimos quedarnos unas horas más en Puerto López para visitar el puerto donde se encuentran los pescadores –cerca del muelle– vendiendo lo que capturaron en el mar, 100 % fresco.

Habían compradores y personas que se encargaban de filetear los pescados para los distintos restaurantes de la ciudad. Algunos comerciantes luchaban contra los ladrones más adorables: las fragatas, quienes desde el aire atrapaban lo que traían de la pesca del día. Ahí mismo se ubicaban varias mesas y locales de comida. Por la mañana es donde se ve mayor actividad, y es ideal para caminar entre los puestos con la cámara.

Avanzamos por la playa hasta nuestro hostal en medio de un recorrido tranquilo, y desde la arena nos íbamos despidiendo de Puerto López, que aunque estuvo nublado –debido a la época–, pudimos disfrutar de un espectáculo de saltos en el mar.

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