Recorriendo la Amazonía - Puyo

Leonardo Idrovo

Leer la experiencia

Datos importantes
Presupuesto:
Más de $100
Tiempo recomendado:
2 días

Recorriendo la Amazonía - Puyo

El team RUTAVIVA quiere tomar nuevos rumbos, así que nos fuimos a la Amazonía para escaparnos de la ciudad, la montaña y el trabajo. Durante este viaje vivimos nuevas aventuras con mucha adrenalina en esta gran ruta al Puyo, en la provincia de Pastaza.

Todos los chicos de nuestra gran familia viajera venían pidiendo desde hace rato una ruta más cálida: ya estaban un poco cansados del frio, así que nos pusimos de acuerdo y nos fuimos para la selva a vivir nuevas experiencias.

Esta vez, nos apuntamos cerca de cuarenta aventureros de varias partes del país. A ninguno le molestó la idea de moverse desde tan jejos para poder compartir juntos este nuevo viaje. Ruteros de Guayaquil, Lago Agrio, Cuenca, Machala, Riobamba, Quito, Ibarra… todos nos unimos con mucho ánimo para aprovechar los días soleados en la Amazonía.

Nuestro punto de encuentro fue en la terminal del Puyo el día sábado: cada uno agarrando sus maletas, carpas y sleeping. Poco a poco, el resto iba llegando. La hora de reunión era a las 6 de la mañana, pero esperaríamos hasta las 7am porque había ocurrido un accidente en el camino, desde el sur del país, y algunos muchachos llegarían algo retrasados.

Para esta ruta habíamos contratado un bus que nos lleve a recorrer los cuatro destinos que teníamos planificados. Una vez con el grupo completo, ¡dimos inicio a nuestra gran aventura!

Nuestro primer destino fue el mirador de Indichuris, al cual se ingresa por la vía Puyo – Macas. El camino estuvo en buenas condiciones rumbo al poblado de Pomona, a la altura del km 16: está totalmente asfaltado, pero se recomienda no subir mucho la velocidad, ya que es algo estrecho en varios tramos y hay algunas curvas cerradas. Este trayecto nos tomó cerca de 40 minutos desde el Puyo.

Este lugar tiene por nombre Centro Etnoturístico Indichuris: donde nos encontramos con un maravillo mirador del Río Pastaza, unas cavernas con murciélagos, y un inmenso bosque muy simpático para recorrerlo. Para el ingreso nos cobraron dos dólares para poder realizar el recorrido. En realidad, es un costo que vale las pena, son los mejores dólares invertidos creo yo. También habían varias cabañas, donde puedes hospedarte por 8 dólares por persona… pero nosotros acamparíamos en otro lugar.

Al desembarcar del bus, todos estaban ansiosos por disfrutar… pero también con hambre, ya que algunos aún no habían desayunado por haber salido desde la madrugada hasta llegar a esta tierra Canela, como se la conoce.

Ya con fuerzas, después de un buen desayuno, empezamos a subir *unas cuantas* gradas (en realidad sí eran muchas jajaja) hasta que llegamos al mirador. Fue una experiencia que nos dejó sin palabras: disfrutar del paisaje, el sonido de los pájaros, el murmullo de algunos monos que nos sentían llegar… es un bello lugar para descansar.

Uno a uno nos turnábamos para subirnos a la liana de Tarzán, menos la Moni: ella dijo paso. Yo fui el primero, para dar el ejemplo de que el miedo solo está en la mente, así que me lancé al estrellato. Luego, casi todos perdieron el miedo y se peleaban por ver quién seguía. Todos gozábamos cada vez que alguien se subía y se lanzaba, porque empezaban a gritar al ver el vacío, pero nosotros no podíamos parar de reír.

Junto a la liana de Tarzán también hay unas hamacas muy cómodas, para relajarse y admirar el paisaje, o simplemente descansar un rato.

Luego de repetir los saltos, empezamos a bajar hasta las cuevas, donde sólo unos pocos se atrevieron a entrar por el miedo a los murciélagos. Se escuchaban algunos gritos adentro, mientras que sonaban las carcajadas afuera.

La pasamos muy divertido, pero la adrenalina subió por mil cuando vimos que sacaron una boa súper grande. Algunos atrevidos la tocaban mientras, que otros se alejaban. La más emocionada era Mishel, o como le decimos todos, la Mishu.

Se nos fue casi todo el día en este lugar, así que era hora de embarcarnos y salir rumbo a nuestro próximo destino. Aproximadamente a una hora de donde nos encontrábamos, estaba la comuna de la Cascada Hola Vida, donde nos esperarían con un amplio espacio para poder armar nuestro campamento. Cada uno empezó a desembarcar y fuios directo a armar las carpas, antes de que oscurezca para que todos puedan descansar un poco.

Alrededor de las 7 de la noche sonó la campana para ir a comer habíamos pedido que nos preparen tilapias con yuca y encurtido. Ya todos estábamos con hambre, así que sin duda fue una delicia de plato típico amazónico.

Teníamos una gran sorpresa para todos… mientras terminábamos de comer, iban llegando nuestros amigos de la comunidad indígena SACHA WASI para deleitarnos con una gran danza y música ancestral. Una vez que observamos el ritual, todos salimos a bailar, a llenar el espíritu con nuestras raíces, con nuestra cultura.

Cada vez que uno viaja siempre aprende algo nuevo (costumbres, gastronomía, especies endémicas…) y también hace nuevos amigos: ¡eso es RUTAVIVA! Muchas veces se unen viajeros que van solos, pero una vez que llegan a nuestra Familia Viajera siempre quieren seguir viajando con nosotros. Algunos ya estábamos con sueño, así que poco a poco nos fuimos a nuestras carpas para descansar y esperar lo que se venía al siguiente día.

Eran las 7 de la mañana y ya estábamos de pie, desarmamos el campamento porque pronto llegarían más turistas y necesitarían el espacio para aparcar sus carros. Algunos habían llevado su cucayo y otro pidieron desayunos, pero al final todos compartimos en la misma mesa. Qué grato es poder disfrutar de la amistad y hermandad que se siente en cada viaje.

A las 8 de la mañana ya todos estábamos listos para empezar una pequeña caminata rumbo a la Cascada Hola Vida. Cada uno llevaba $1.50 para pagar el ingreso a la cascada. Esta cascada tiene una altura aproximada de 21 metros y su recorrido toma unos 30 minutos. Empezamos a adentrarnos un poco hasta llegar a una pequeña caída de agua. Nos tocó realizar varios cruces de río, donde se pudo ver el compañerismo entre todos, ayudándonos a cruzar varios tramos.

El calor empezó a agotarnos un poco, pero seguíamos caminando. Algunos ya un poco cansados, pero apenas llegamos… ¡¡¡a nadar se ha dicho!!!. Nada más refrescante que echarse un chapuzón y sentir la energía de la Pacha Mama.

La diversión no podía faltar: empezamos a echar agua a aquellos que les daba frio meterse al agua, así que al final todos terminamos empapados pero felices.

Había otra cascada más abajo llamada La Cascada Escondida para aquellos que queríamos adentrarnos un poco más a la selva. Así que hicimos un grupo y nos fuimos 40 minutos en una caminata “selva adentro” para encontrarnos con más paisajes inolvidables. El trayecto sí estuvo algo cansado, pero valió la pena: tuvimos que cruzar un buen tramo del rio nadando sin pisar fondo, y resulta que nuestro gran amigo Fabián no ha sabido nadar, así que aprendió a la fuerza esta vez.

Por otro lado, a Danny se le cayó el teléfono al fondo del río. Pasamos como 20 minutos buscándolo, y al final apareció: qué buen teléfono, ¡hasta ahora funciona!

El retorno lo hicimos por otro lado para que sea algo más corto, pero la verdad sí fue cansado. Resulta que dimos vuelta en círculo, porque salimos por el otro extremo de la zona donde acampamos.

Era hora de almorzar, y teníamos programado ir a comer junto a nuestros amigos de la comunidad Sacha Wasi, que nos habían invitado la noche anterior. Como quedaba cerca, fuimos a conocer la comunidad. Después de media hora de camino a pie, llegamos a este gran lugar, donde desde la entrada ya podíamos ver las cabañas y la gente con sus trajes típicos.

Todos salían a recibirnos, desde los más chicos hasta los más grandes. Nuestros ruteros estaban muy contentos por el recibimiento, nos daba mucha alegría sentir el cariño de la comunidad. Apenas llegamos nos recibieron con chicha: una tradición cultural muy interesante ya que hicieron una especie de ritual, y como líder del grupo, me hicieron una pequeña limpia y me ofrecieron tomar el primer trago. Me sentí muy honrado porque este tipo de cosas te llena el alma.

¡Ahora sí, chicha para todos! Algunos se escabullían para no tomar, pero otros no esperaban la hora que les toque su bocado. Nos prepararon maitos para la gran mayoría, y pollo para otros que no comían pescado. Cada plato a un costo de $8.00, y muy bien pagados, por que estaba deliciosa la comida.

Pasó que pedimos los platos para todos y me había olvidado de pedir el mío. Fue muy gracioso porque me senté a descansar un rato viendo como todos comían y sentía que algo me faltaba, pero no sabía que era. Fue así hasta que el líder indígena se acerca con un enorme plato para mí. Siendo honesto, ni me había percatado de que yo faltaba de comer, por estar pendiente que a todos les sirvan su plato. La gente de la comunidad es muy simpática, te hacen sentir súper bien. Nos regalaron, nuevamente, una danza muy simpática, y a la mujeres les pintaron la cara y les dieron vestimenta; a los hombres nos dieron lanzas para danzar junto a ellos.

Luego, nos hicieron un recorrido por toda la aldea: en los árboles habían tucanes y varios monos. Llegamos a una zona donde nos enseñaron a usar la cerbatana, varios no desciframos cómo usarla, pero el tiro al blanco fue divertido también.

Tuvimos tiempo para todo en esta aventura, incluso pudimos dar un paseo en bote recorriendo río abajo por solo $10.00. Algunos se asustaban cuando pasábamos algunos rápidos, pero todos nos reíamos al final.

Sin duda, esta ha sido una de las mejores aventuras de la familia Rutaviva. Cada lugar que visitábamos tenía su magia, y aunque terminamos bastante cansados, nos dimos tiempo para todo y disfrutar a lo máximo de esta mega aventura amazónica.


Datos importantes
Presupuesto:
Más de $100
Tiempo recomendado:
2 días
Experiencia relatada por:
Leonardo Idrovo

Unete a nuestra familia de viajeros

Si te encanta viajar este es el lugar para ti. Conoce nuestros beneficios, y si deseas escribir para el blog escríbenos a info@viveviajando.ec

Remuneración por experiencia relatada.

Acceso a eventos
exclusivos de viajes

link

Exposición en nuestros medios digitales