Descubriendo los paisajes en el Altar

Leonardo Idrovo

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Datos importantes
Presupuesto:
Menos de $100
Tiempo recomendado:
2 días

Descubriendo los paisajes en el Altar

Fue una planificación de dos meses aproximadamente para que llegue el día de ir al Altar. No crean que nos vamos a casar… no, no, nada que ver: vamos al famoso e intrigante volcán “el Altar”, también conocido como Capac Urcu que significa “Montaña Sublime”.

Este está ubicado en el en el Parque Nacional Sangay. Existen varias rutas para ir al Altar, en esta ocasión iríamos a la Laguna Amarilla que se encuentra dentro del cráter del volcán.

Varios ruteros que viajaban de la misma ciudad se unieron para llegar juntos: algunos durmieron la noche anterior en Riobamba y otros viajamos durante la madrugada. Aprovechando que fue feriado, se pudo realizar una mejor organización para que todos puedan asistir a este viaje. Nosotros salimos tipo 3 de la mañana de nuestra casa y pasamos recogiendo a Danilo, Karen y Gisselle: ellos viajarían en nuestro auto. Paramos en la PRIMAX de la autopista para tanquear y nos fuimos rumbo a nuestro destino.

El punto de encuentro era a las 7h00 en la Hacienda Releche, ubicada en el barrio La Candelaria del cantón Penipe. Llegamos aproximadamente a las 6h30 a Penipe. Ya con hambre, empezamos a buscar dónde desayunar, pero lamentablemente encontramos todo cerrado. Realizamos aproximadamente un viaje de 4 horas desde la ciudad de Quito. Hubo un grupo que hizo vaca para alquilar una buseta por $200 para 16 pasajeros así que les salió conveniente, $12,50 por cabeza.

Mientras esperábamos a que lleguen todos, desayunamos dentro del carro algunas frutas que habíamos llevado, galletas con mermelada y leche de sabores. Varios muchachos del grupo empezaron a llegar. Como a las 8h00 abrieron el control y procedimos a registrarnos: ya que vamos a entrar a un área protegida, se debe llenar una hoja de descargo que se presenta siempre en los parques y reservas naturales. Esta hoja se la puede descargar de internet.

Dos grupos se demoraron en llegar: los que venían en la buseta por que se quedaron desayunando en Riobamba y otros que venían en bus y se perdieron un poco, pero los esperamos a todos para poder ingresar, nuestro lema es: todos vamos y todos regresamos. A las 9h00 ya habían llegado todos, y realizamos calentamientos para no tener lesiones en el camino. Luego nos tomamos la respectiva foto grupal y a darle al trekking se ha dicho, ¡empieza lo bueno!

Todavía quedaba un largo camino por recorrer. Armamos los grupos en base a su condición física y asignamos líderes a cada grupo. Empezamos nuestro trayecto cruzando la hacienda Releche que es una propiedad privada y el único acceso en la zona, aquí hay que dejar una garantía de $20 por carpa, valor que nos devolverían en nuestro retorno mostrando una foto de que acampamos fuera de la zona privada.

No había llovido en la zona en los últimos días, de acuerdo a lo que nos comentaron en la hacienda. Por lo tanto, asumimos que la ruta no iba a estar tan complicada. Después de un par de kilómetros empedrados, nos adentramos a la montaña. Caminamos unos cuantos metros y no encontramos con la sorpresa de que había un poco de lodo en el sector. Continuamos caminando y nos encontramos con aún más lodo. Desde ya nos mentalizamos sabiendo que toda la ruta iba a estar igual, así que los muchachos empezaron a hacer bromas para pasarla mejor.

Llegamos a la pampa e hicimos la primera parada de hidratación. Allí nos volvimos a reunir todos para poder seguir avanzando.

Pasaron un par de horas y ya veíamos la cara de cansancio de algunos chicos. El lodo nos comía las piernas a todos, algunos muchachos tenían experiencia en trekking y otros no: pero a la final todos nos apoyamos para poder cumplir nuestro objetivo. El paisaje que teníamos alrededor nos inspiraba y nos llenaba de ánimos para continuar nuestra aventura. Cada vez nos íbamos agotando más por el desnivel y por el peso de las maletas que cargábamos cada uno. Nosotros evitamos alquilar animalitos de carga, ya que si vamos a la montaña es porque en verdad nos apasiona y tenemos que hacer el sacrificio completo. Así que a seguir avanzando se ha dicho.

Ya era la una de la tarde y encontramos un lugar un poco plano donde decidimos hacer una parada para alimentarnos e hidratarnos. Palabras iban y venían: unos agradecidos por el gran paisaje que veíamos y otros un poco asustados porque aún nos faltaba más de la mitad del recorrido.

Continuamos nuestro recorrido y el lodo continuaba en el trayecto. Íbamos sorteando las zonas menos lodosas, pero a una de nuestras aventureras se le quedó la bota en el fango y solo salió el pie. Fue muy gracioso para todos, a raíz de eso los ánimos retornaron al grupo.

Nos empezó a llover un poco, así que nos colocamos los impermeables para seguir caminando, pero no pasaron ni 5 minutos y salió el solazo de nuevo. Aún seguía garuando, así que pasamos una zona bastante dificultosa porque el camino se había ido abajo y había un senderito pequeño para cruzar, por lo que nos tocó hacer fila india para poder pasar. Terminamos de pasar este camino estrecho y a la vuelta ya divisábamos el gran volcán. Por fin logramos verlo después de tanto que caminamos, aunque sabíamos que el camino aún era largo.

Horas más tarde ya estábamos cerca del refugio privado de la hacienda. Algunos ya se querían quedar allí a acampar, pero sabían que no les devolverían el dinero que dejaron de garantía. Hicimos una parada estratégica para poder unirnos nuevamente todos, y mientras nos hidratábamos, íbamos tomando decisiones ya que empezaba a caer la tarde y aun nos faltaba cruzar el Valle de Collanes.

A simple vista se veía el bosque de Polylepis donde habíamos planeado acampar. Se lo veía tan cerca, pero verdaderamente eran dos horas más de caminata. Después de hacer cara y sello porque estábamos empatados en los votos, decidimos seguir avanzando. Al final valió la pena, porque la tarde se puso con colores súper chéveres mientras atravesábamos la zona pantanosa del valle.

El primer grupo llegó a la zona de camping a eso de las 5 de la tarde. Empezaron a armar el campamento mientras esperaban que vayan llegando el resto de ruteros. El frío nos empezaba a congelar, así que nos metimos en las carpas hasta que todos lleguen.

Faltaba un grupo por llegar: les alcanzó la noche en medio del pantano. Nos comunicábamos por las radios para saber que estaban bien, pero como hay dos zonas de camping separadas por un río, y en la noche no se veía bien, tomaron la vía a la otra zona de camping que les quedaba más cerca, así que ellos se quedaron en el otro sector. Cansados, con hambre y con mucho frío, decidimos comer dentro porque empezó a caer un fuerte aguacero que nadie quería salir.

A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano,  desayunamos y desarmamos el campamento para cruzarnos al otro lado del río y encontrarnos con el resto del grupo. Eran ya las 6h30 y teníamos que hacer un último ascenso para poder llegar a la Laguna Amarilla. Entre arboles de polylepis, arbustos, y rocas, dábamos pasos aún cansados por la noche anterior. Nos faltaba una hora más de trekking para llegar a nuestro objetivo. Hasta que de repente, la gran “Laguna Amarilla” nos sorprendió. Lágrimas en los ojos, abrazos entre amigos, y silencio total para escuchar al coloso son la muestra de la satisfacción de que todo el esfuerzo y sacrificio que realizamos valió la pena al ver el gran paisaje que nos rodeaba.

Datos importantes
Presupuesto:
Menos de $100
Tiempo recomendado:
2 días
Experiencia relatada por:
Leonardo Idrovo

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